Aquello ocurrió durante unas vacaciones en el pueblo, allá en el Norte de Nicaragua, disfrutaba los últimos días y eran días raros.
Aquel día el rumor había cesado por fin tras mas de 48 horas ininterrumpidas, la gente comenzaba a salir de sus casas.. yo me asomé a la calle y seguí en ella, porque había un perfume a tierra mojada, el aire se había limpiado, ligeramente fresco, era un placer llenar con ganas los pulmones. Se me antojó dar una vuelta y observar.
Se despertaba la vida nuevamente tras el llanto prolongado del cielo, la calle mojada, gente del pueblo con bolsas, paraguas y otras cosas que se llevan por las calles por si acaso. En alguna, sin la distinción del pavimento, se habían formado charcos marrones sobre hoyos ya viejos… algún perro famélico se cruzó en mi camino, en busca de algo mejor fuera del encierro. El astro dorado estaba estratégicamente oculto ante los designios del supremo. La luz y no luz eran por igual, generando un gris impreciso, sombrío.
Ya era pasado medio día, cuando me encontraba a la altura de donde Salomón López, en la Salida a Jinotega, me detuve un rato allí, porque había un fuerte olor a rosquillas recién horneadas. Fue entonces cuando sentí un fuerte empujón sobre mi hombro izquierdo. Me tranquilicé al ver que fue una inadvertencia del flaco que luchaba por mantenerse dentro de la linea de su camino, bamboleándose con piernas abiertas para no caer. Se detenía a segundos y se empujaba a segundos, su cabeza doblada sobre su cuello parecía querer ver claro el suelo que se le hacia imposible, boca abierta caminaba en dirección al puente de la salida de Jinotega pintadito de amarillo y con arcos de hierro,- sería testigo-. me quedé observando el malabarismo del sujeto joven, en su lucha por la verticalidad batiendo manos y abriendo piernas, cabeza siempre gacha.
Era día de cobro y tras recibir el sustento de la familia ganado con sudor semanal, se había enredado con los amigos, a por un trago, al fin… era domingo chiquito y también tenía derecho a celebrar, pero no contó con que el primer trago lo sirve el amigo, los demás los sirve el demonio, no tuvo empacho en aceptar lo que luego serían 2-4-8…. Así llegó al momento en que mi hombro izquierdo tropezó con él. Cansado, estómago agotado y mente a punto de dormir, reemprendió el camino hacia su hogar, donde una mujer buena con un par de churumbeles lo esperaba con una Sopita de huesos para celebrar y hacer cuentas….
Un pájaro negro surcó el cielo gris entre alambres del tendido eléctrico en dirección hacia el puente de la Salida de Jinotega.
Y llegó al puente bonito, que había donado un país amigo a la ciudad.
Al menos una docena de chavalos, y otros mayores curiosos, veían y se admiraban de la fuerza de las aguas apretadas que luchaban por avanzar primero.
El río Matagalpa descendía y su raudal pasaba a unos metros bajo el puente, fuerza inaudita, aguas sucias, marrones, revueltas, formando espumarajos amarillentos por doquier, crecido por las lágrimas vertidas desde las alturas. Palos, ramas de árboles, plásticos, neumáticos, latas y latones, a un chancho de cerdas negras y blancas le llegó su sábado y también se vio pasar, arropado por las aguas bajo el puente.. Una pichinga de leche brilló plateada entre aquella suciedad. Todo lo arrasaba aquel desnutrido río en verano ahora musculoso. Grandes socavones en los bordes se formaban cuando la tierra negra caía al cauce.
Y Así aquellos mirones se divertían y reían asombrados, lo estaban pasando bien… el flaco caminante bañadito por dentro de alcohol, ya iba poseído, él pensaba que era solo el guaro, los tragos…- pero en realidad llevaba ya el demonio dentro, al decir del pueblo unos días después-.
Llegó al puente y se unió al grupo, parecía hablar, lo vi moverse, gesticular, levantar las manos… En eso… un taxista veloz, hizo saltar las aguas del charco al borde de donde yo estaba, salpicándome zapatos y pantalón con agua sucia y lodo.
¡Eso me pasa por veleta, me dije! Me fui a la otra acera, y cuando regresé la mirada al puente ya no lo vi, el flaco ya no estaba.
La gente allí aglomerada, se había redistribuido y corrían al lado opuesto del puente… apresuré el paso y llegué al grupo con estómago encogido temiendo lo peor… supe así, que aquel desgraciado, había fanfarroneado, queriendo apostar con ellos a que era capaz de tirarse a nadar al río, nadie lo tomó en serio, pero todo fue tan rápido que no supieron como se subió y lo hizo .-seguramente el espíritu maligno que lo poseía le ayudó a equilibrarse-. abriendo los brazos en cruz se lanzó sin saber que los abría para abrazar a la muerte. Se tiró.
Era tarde, tarde para todo, para entender, para hacer, y hasta para preguntar… OOHHHH general y estupefacción grave. Oí decir que mas tardó en caer que en desaparecer…Ahora solo quedaba nuevamente el raudal de la amontonada agua sobre cause grande que tardaría horas, o días en bajar…
¡Que barbaridad! ¡Que cosa mas insólita y absurda! .. Caminaba de regreso ya, hacia mi casa, reflexionando sobre el hecho estúpido que acababa de suceder… Me preguntaba “si como dicen los microsegundos son eternos cuando uno va para la nada” le dieron tiempo a aquel infeliz de darse cuenta mientras caía que se despedía de la vida.… Me crucé con un chiquillo de no mas de 9 años que calzaba botas de hule, camisa vieja a cuadros gastados y chumpa de azulón sucio, que caminaba en dirección contraria con aspecto de andar buscando a alguien…...
"Si la ignorancia nos persevera en la ceguera, en la oscuridad, el alcohol, nos vuelve ridículamente estúpidos".
Huelva24 /12/2017
Dr. Roberto González G.
Gastroenterólogo-Endoscopia Digestiva.