domingo, 24 de diciembre de 2017

EL COLESTEROL-. Cuento de Médico.

Paró el carro con cierta brusquedad y reculó al punto donde yo caminaba despacio por su izquierda…
¡Idiay doctor!   ¿de nuevo por el pueblo?   fue gritado a medio volumen con cara de quien se encuentra con algo inesperado y agradable a sus ojos… saltó del chunche regalándome sonrisa y abrazo al tiempo. Se quitó las ray ban verdes, ahuevadas y filitos dorados, con ambas manos y gesto elegante.
Asombrado con su pesada y redonda humanidad, me miraba de arriba abajo como quien quiere ver dos veces, para dar por cierta la imagen y me volvió a abrazar.
El Grasas, ahora un próspero empresario del pueblo recordaba con afecto nuestros días de Instituto, juegos en la cancha de baloncesto, fiestas, y vagancias no confesables… fue bastante rato que volamos lengua, fueron muchos los puntos de recuerdo y carcajadas picaronas al son con que aparecían historias que parecían de ayer…

Muchos minutos después de la hora, compartiendo me dijo:
¡Vamos, te invito a dar una vuelta y a cenar! -Acepté gustoso y me monté en el carro del año, -orgullo del dueño- dimos un par de vueltas por las dos calles principales del pueblo y mientras, me hablaba de la gordura, de lo bueno que era el ejercicio, del colesterol, de lo malo que era para la salud, peligro al corazón, etc, etc, etc….¡Hay que cuidarse brother, me decía.!

-He ido a muchos médicos aquí en el pueblo, pero no saben nada, solo recetan pastillas en ristra. Y  se carcajeaba hasta hacer temblar la barriga. Ahora que puedo, me voy a la capital, allí si, allí hay buenos especialistas, cobran caro pero vale la pena...  A mi me han recetado las mejores medicinas que hay para el Colesterol, que ya me andaba por los 600 mg, … Me dijo el doctor que son nuevecitas, que acaban de entrar al país…
¡Ááála! le dije asombrado por su entusiasmo y la información... - ¡Noo! me dice, si antes lo tenía más alto. 
Esas medicinas me lo están bajando.. he llegado a tener novecientos y pico me dijo, como algo grande…
Estábamos en el borde ya de la acera junto a la fritanga donde mi amigo pensaba agasajarme, viéndose cercano, un poquito más adentro sobre mesa alargada, una hilera de panas de aluminio repletas de comida -Carne asada, lengua en salsa, ensalada de repollo, gallo pinto, chancho con yuca, queso frito, tajadas verdes, plátano maduro frito y brillantes, moronga frita, enchiladas, chicharrones, charrasca etc….. Bombillas de luz amarillenta alumbraban todo aquello, que resguardaban dos hermosas mujeres morenas con delantal a la cintura, y que sonrientes nos invitaban a pasar y animaban a pedir y a comer, tal o cual cosa…
Y a eso íbamos cuando de pronto el grasas se detiene un momento, se lleva las manos a la bolsa, parece no encontrar algo, me mira de soslayo…
-¡Ya me fregó éste me dije para mis adentros, me tocó pagar!… ¡Y éste es de los que se deben servir con cuchara grande!… - Iba a decirle no te preocupes yo te invito, cuando salí de mi error, el grasas no había olvidado el dinero, el fajo siempre lo cargaba, lo que había olvidado eran las pastillas milagrosas, las de colorines recién llegadas al país...
-¡No jodás hermano se me olvidaron las pastillas, no fregués! 
¡¿Vamos a la casa?!! es aquí nomasito, ya volvemos!-. -Vi tal rostro de preocupación que opté por no interrumpir su sentir y lo acompañé-.

-Mientras buscaba su tesoro, permanecí en el carro. Rapidito volvió-.   - Ahora sí, ¡vámonos doctor! no se preocupe yo pago. Me pareció verlo un poquito pálido cuando me vio tocarme la bolsa… JAJAJA. -Esto hubiera sido mejor oírlo-.

Regresamos al local fritanguero, sonreímos a las chicas al entrar y nos acomodamos en mesa pequeña de dos, cuadrada, mantel rojo a cuadros blancos, plástico grueso y bancas de pino, y mientras retomábamos otros temas en la plática vi al Grasas sacar con mucho cuidadito una cajita roja de plástico duro de donde extrajo con delicadeza quirúrgica una pastillita amarilla, otra azulita y una última blanca.  Las reposó en su redonda mano derecha acercándomela, para luego con rapidez de flecha salida de arco, fueron a parar al fondo de su garganta, empujándolas con el primer trago de cerveza de su noche. 
Su rostro era de satisfacción superior cuando comenzamos a comer de los productos del pueblo que nos acaban de colocar con chilero de cebollas y vinagre negro al centro de la mesa. 


RGG

Matagalpa 27 de junio 2016


Dr. Roberto González G.
Gastroenterología- Endoscopia Digestiva.
Huelva-24/12/2017.

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