El hombre de hombros estrechos, había tenido suerte dijeron los médicos. Había tenido paciencia y ahora una historia que contar.
Una enorme cicatriz le marcaba la barriga y la vida cuando salió del hospital. En su pensar, callado miraba en aquello no, una burla , como
la del ultimo rajado en el barrio periférico, sino una duda de los médicos, una duda del destino quizás.. uno nunca sabe...
Un mes antes en su caminar pausado de regreso a casa, lo sintió por primera vez, leve, unos momentos después, era ya, el bocado profundo de un perro hambriento en la barriga plana, sin grasa, y esto lo obligó a detenerse. Se agachó, se encorvó, se enrolló sobre si mismo, adoptando una postura fetal, esto alivió un poco, rato después y pudo continuar… Pero un nuevo embiste, ahora yéndose el dolor traicionero, no solo a la espalda, sino a la parte izquierda de su flaco abdomen. Recordó molestias que sintió mucho tiempo antes, pero no quiso, no vio necesidad de atender.
Ahora si, ahora la estocada fue fortísima, y le causó preocupación… le hizo variar el rumbo y tomó un taxi para el Hospital de la ciudad bella en primavera del sur de España.
También recordó en el trayecto, que llevaba triste unos meses, deprimido al decir de sus
conocidos, comía sin ganas y había perdido peso, pero lo que no quiso recordar en esos
momentos, era el defecto que lo acompañó desde joven hasta recién pocos años..Ahora
cruzada ya la cincuentena, tampoco tenía caso...
Los exámenes delataron a los médicos que su defecto era la bebida, aunque el presumía,
que nunca se había emborrachado. Otras pruebas necesarias se hicieron con diligencia, las
imágenes obtenidas, preocupaban a los galenos, ya que apuntaban a palabra mala del
órgano maldito, "el Cáncer de Páncreas."
Era joven y había que ir a por todas. El hombre tranquilo, tampoco había contado que
desde hace mucho tiempo, observaba que sus desechos salían brillantes y pegajosos. Las
Imágenes eran tan feas en las tomas del Scanner, que inclinaron los pensamientos por un
Tumor maligno de páncreas. Así lo trasmitieron a nuestro hombre, que preocupado pero
acostumbrado a ir aceptando las cosas que le iban llegando como en toda su vida, ésta no
era mas que una más, quizás definitiva, pero no tenía angustia, aceptó pues el supuesto
diagnóstico y aceptó que aquellos buenas y doctas personas, intentaran hacer algo por su
vida. La cirugía. y los doctores estaban animados porque no había evidencia de invasión
de otros lugares, vasos sanguíneos u órganos.
Se decidió operar... era joven y podía salir adelante. Nuestro hombre pues, estaba
entregadito a lo que dijeran los que saben de esas cosas. y fue a quirófano,
encomendándose a Dios Padre, y agarrándose de la mano de la única hija que acudió a
darle compañía, de los varios que produjo con aquella mujer que amo tanto, pero que ya no
estaba... Se despidió recibiendo un beso en la frente a la puerta del quirófano.
Abrieron ampliamente, llegaron hasta la glándula problema, se escondía bien, pero quedó a
la vista de los ojos quirúrgicos, la decepción y pesar fue manifiesta, se entrecruzaron
miradas, entre trapos verdes, todos asintieron con balanceo transversal de cabeza.. Se oyó
la voz firme del cirujano Jefe.. - ¡Vamos a matar el nervio para quitar dolor, tomaremos
biopsias de páncreas y fuera-!.
Cuando despertó, dio gracias a Dios, se miró con levedad el abdomen acolchado de
compresas y vendas… pensó para si “ He superado algo importante “… Pero le
informaron a él y a su hija, que se había hecho todo lo posible.. ¡Ahora a recuperarse!
Quince días mas tarde, se tuvo que recomponer el asunto, puesto que las Biopsias NO
encontraban células cancerosas por ningún lado.
Aquello motivó entusiasmo comedido para médicos y para el paciente, alas nuevas para
volar.
Con el paso de los días, se fue confirmando que no era un cáncer sino una Pancreatitis
Crónica, en la cual había tenido mucho que ver ese defecto de Juventud, que era la
adoración del vino, y allí estaban los resultados, aunque desde la muerte de su esposa,
había abandonado el hábito, pero se veía ahora que tarde... Aún así, estaba contento de
seguir en este mundo, y así lo manifestaba con discreción.
Habían pasado muchos, muchos, meses desde aquello y ahora enfrentaba al mundo con
tranquilidad y satisfacción, pero ese sábado había amanecido solo en alma, el organismo
había quedado postergado. Estaba solo, solo, por circunstancias y voluntad propia, hijos,
esposa, amigos, conocidos, eran ausentes. Quiso regalarse un viaje hacia atrás, y se metió
en el camino de sus recuerdos, deteniéndose solo en aquellas estaciones que alguna vez
produjeron alegría y felicidad.. ojos cerrados, serenidad en el rostro y sonrisa apenas.
Le llegó la hora del hambre, se puso manos a la obra para dignificarse , mientras
preparaba la comida, tomaba al compás una copita no, de ambrosía, pero que él
imaginaba. fue cortando, calentando, y removiendo el alimento del cuerpo que necesitaba.
Con alegría se detenía en momentos gratos recordados ahora, y de repente… se detuvo
en particular momento de su vida rememorada, rompiendo a llorar de forma incomprensible.
Desde hace muchos años que no sentía humedades en sus ojos, era imparable, gotas, se
transformaron en suaves corrientes sobre sus mejillas... un pañuelo secante le ayudó a
recomponerse.
Hacía años ya, que había superado sus grandes contradicciones y sufrimientos, propios del
ser vivo, ¿porque ahora surgían esas lágrimas saladas, imparables , en un día destinado
voluntariamente a gozarlo en soledad??…
Se detuvo unos segundos, mirando fijamente aquella hoja plateada, que al reflejo de luz
que entraba por la ventana en la cocina, brilló relampagueante en su filo, temible... Artistas
Toledanos crearon aquel instrumento que ahora tenía en sus manos, y que podía ser
decisivo si la mano amiga, tomaba decidida el camino de perdición.
Recordó que se lo había regalado a su esposa hace ya años, cuando en viaje de amor, pasearon por las calles empinadas de la mítica ciudad fortificada. Ahora ya ella no lo necesitaba, y el lo tenía en sus manos para otro fin. El lagrimeo volvió de a ser constante y por fin se decidió.
En un gesto valiente estiró ambos brazos, sus manos soltaron con brusquedad, los elementos dañinos.
Dio la vuelta y salió por la puerta hacia la calle donde brillaba el sol de mediodía...
En el Fregadero de la cocina, quedaron juntos el cuchillo de hoja larga y a su lado una
cebolla fresca.
Sevilla-25 de febrero 2017.
Dr. Roberto Gonzalez G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.
Sevilla-28-11-2015.