En este tiempo de calor aquí, en Huelva de playas bellas, me recordé de aquello..
El FRESQUITO.
Unos días escasos llevaba en el pueblo, y digo pueblo por las cosas que pasan allí, no porque hace ya décadas que le subieron rango a Ciudad, nada menos que “ La perla del septentrión” Matagalpa, allá en el Norte de Nicaragua.
Ha cambiado mucho su aspecto y dinamismo, pero sigue siendo pueblo alegre con gente alegre y conversadora como mi amigo Arnoldo, hombre contemporáneo mío, con quien compartí años en secundaria, Chele, de dorado pelo y suavemente encolochado, barriguita elegante como de mujer digna embarazada, que lo hace inclinar el tórax unos grados hacia atrás, 1,70cm de estatura, ojos verdes azulados, amante de Darío y entusiasta de la tertulia, que solía liderar en tiempos pretéritos, caminar pausado, haciéndose notar con balanceo de peso no fatuo. Bueno pues a ese amigo y compañero me lo topé en la calle central, una de las dos principales calles-avenidas, en esa donde el cielo se medio tapa con carteles y anuncios enormes y colores tropicales, algunos ingeniosos y otros hasta machistas como el gallo más gallo. La otra calle es la de los bancos, ya les contaré que me pasó en esa.
Llegando casi donde los Cardoza a escasos metros del parque de Rubén, me sonó mi espalda ancha y sentí el peso de mano gorda, a la vez que, un "Idiay doctorazo". ¿cuando llegó?
¡Idiay Arnoldoo!, ¿como estás? Y abrazo va.... y apretón y apretón entusiasta… Unos minutos después me decía,- Doctor lo invito a tomar fresquito allí, al parque y así platicamos hombre.
(Eso de cambiarle a uno el nombre por el de la titulación profesional es algo habitual en mi pueblo y ese respeto inicial de reencuentro es parte del respeto a sí mismo, cosas de los lenguajes de pueblo) !que alegre que esté aquí! y bla, bla, bla...
Nos encaminamos hacia el parque Darío, pensando yo, en el olor de la guayaba, fresquito de nancite, fresquito de mamón, de papaya, etc. etc. Mientras repasábamos al pueblo y a la gente con frescura y sonrisas frecuentes, sobretodo al mencionar el hecho del tiempo, que nos cambia a todos menos a él, en su forma de ser, el mismo bromista de siempre...nos sentamos en una banca del parque donde ciertamente platicábamos a gusto y sin calor… Cuando llevábamos un rato volando lengua, que se estiraba como chicle, cuando pasa uno tiempo sin verse, me atreví a decirle tras haber observado, -¡Idiay Arnoldo! ¿y el fresquito? ¡Yo no veo ninguna refresquería aquí!-
- jajaja, Idiay doctorazo, le parece poco el fresquito que hace aquí en el parque Darío!
- Jajaja, fue realmente una tarde fresquita.
Dr. Roberto González G.
Gastroenterología- Endoscopia Digestiva.
Huelva 3 agosto 2017.
RGG
Matagalpa.15oct.2015