El
protagonista me contó la historia con un poco de timidez, el cuento era cierto, real… y era el año 2002.
Flaco, flaco, cincuentón, pelo rizado, pegado al cráneo, rasgos costeños, moreno quemado por tanto recibir sol mientras trabajaba de ayudante de autobús de pasajeros,
siempre diligente, siempre muy
trabajador, no fue a la escuela por extrema pobreza, siempre con ganas de
aprender y con ganas de ayudar… Su vida
había dado un vuelco muchos años atrás, desde su juventud, cuando en el trabajo
tuvo un accidente y perdió un ojo,- -Accidente que no viene al caso relatar- de
manera que su vida entera la había
conducido con un solo ojo, y les aseguro que miraba como que tuviera cuatro. El se había inventado un apellido, yo soy Hodgson me decía cuando yo era niño, mi apellido es Hodgson, yo descubrí que era inventado treinta años más tarde. Siempre
de buen humor, siempre haciendo sonreír y sonreír, aunque uno no quisiera, te
reías, tenías que reírte con él y su forma de contar, cosas que se le ocurrían.
En uno
de mis regresos a Matagalpa, me lo encontré, ya no trabajaba como ayudante, él hacía de
todo, lo mismo sembraba frijoles, que recolectaba café, arreglaba un carro, una radio o una maleta, que te pintaba una casa, era el hombre de las mil habilidades. Allí donde vivía, le habían echado el ojo y lo habían
pescado para evangelizar, porque
él era creyente, y en poblados de la montaña. Y se sentía a gusto el hombre, leía la Biblia
con un solo ojo, y hablaba como podía de
la Biblia, hablaba bien, con gran sentido religioso, sencillo y claro.
Me
contó que en una ocasión, ante mi sorpresa de sus nuevos oficios, estaba él de
pastor. Ahora ya salía bien, pero la primera vez le mecateó fuerte, ¡vaya! lo
que pasé la primera vez… me ilustró.
-Me siguió contando : Idiay
resulta que el hermano en Cristo, me
lleva a una celebración, y estando en ella, hablándoles a los fieles, campesinos
todos, me presenta como nuevo de la congregación y sobre la tarima, me deja solo
y me da el micrófono para que dirija unas palabras… Yo me resistí sonriendo, mis manos se juntaron detrás de mi cuerpo y mi sonrisa llevaba ansiedad, creyendo que era una broma, pero nada mi hermano, aquello iba en serio… A mi
hasta me temblaban las canillas, la boca estaba seca, parecía lija, vos vieras Robert… cogí el micrófono con miedo , lo miraba, lo
balanceaba, sonreía pero vos sabés, como yo soy de un solo ojo, las gafas
oscuras me ayudaban un poquito hermano,
no sabía que hacer ante la gente,
era domingo y era gentillal el que había bajado aquella mañana… El hermano que me dejó en el brete, me animaba, -Ud. Puede
hermano, Ud, puede… - El no se dio cuenta,
pero a través de los anteojos oscuros,
yo le tiré una mirada que era balazo jejejeje, pero de broma, y con sonrisita nerviosa.
La cancha estaba llenita y con parlantes en
todas las esquinas, todo adornado con flores, y cintas de papel de colores. Yo
estaba medio muerto… pasaban los segundos, y me coloqué de frente, miraba el
micrófono y lo movía, el gentillal, esperando. Pero ve hombre, el señor no
desampara nunca, pedí al señor en
segundos, una ayudita.
Y de repente... Tenía que empezar a hablar, el otro hermano movía la mano señalándome que
comenzara, algunos con sonrisitas maliciosillas en el público ansioso, … otros al
ver que no comenzaba me decían, dele hermano, dele, dele… Y se hizo el silencio intenso y hablé,
Robert, hablé como no había hablado nunca.. jejejejeje… Reímos juntos.
- ¿Y
qué dijiste?
-Queridos
hermanos… -muy serio-, queridos hermanos… y de repente la luz en mi
Jícara, y dije queridos
hermanos yo, yo, les quiero pedir primero que todo… “Un brinquito para el
señor”, y toda aquella gente brincó Robert.
Yo entre
sorprendido y asustado, y no sabiendo cómo seguir dije de nuevo “Otro brinquito
para el señor” y ahora si hermano, toda aquella tropa pegó como empujados por una misma fuerza, otro
brinquito y se oyeron ¡Aleluyas! ¡Aleluyas! Y ruidos de tablas y siguieron
brincando y riéndose a carcajadas
durante un ratito… yo reía y me
sentía feliz, como conferenciante, y hacía lo mismo que el público…
Ve hermano
aquello fue grande gracias al señor… luego ya pude decir unas poquitas palabras del evangelio, y
para no cansarte el cuento, al final todos, toditos me abrazaban ¡Aleluya
hermano!. ¡Aleluya hermano!.
El
protagonista de esto, es digamos un hermano adoptivo mío. Jejeje. Es un buen
tipo, es un tipo grande de alma vida y corazón.
Huelva 6 de diciembre 2017.
Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.