viernes, 8 de diciembre de 2017

ESTERÍCATE.- Cuento de Médico.



A un pueblo de Andalucía, en un verano de hace ya mucho tiempo, llegó médico  nuevo. Estaba de estreno y la población contenta, se formaban  colas, algunos iban para conocerlo simulando tener y no tenían, pero en fin eso es otra cosa.

-Tocó ver a Pedro, hombre ya mayor y medio sordo, pasaba ya fácil los ochenta, flaco, con arrugas nacidas del tiempo y trabajo duro en el campo, de movimientos ágiles y mirada muy viva.

Sentado al borde de la camilla oyó la Indicación del Dr. - ¡Pedro, extiéndete! -. Dn Pedro, permaneció quieto ligeramente desconcertado. Escuchó nuevamente la voz del Dr. - ¡Extiéndete”! .

En eso se acercó Doña Juana, que hacía de enfermera, auxiliar, consejera, etc. etc.. y le preguntó al Dr. - ¿Que quiere Ud, que haga Pedro?-.
 - Que se extienda, que se tumbe en la camilla y extienda-. 
-Juana gordita por todos lados y colorada de cachetes, acercándose más al paciente  e inclinándose ligeramente y mano derecha como cartucho junto a la boca dijo con voz firme, rápida y sonora ¡¡PEDRO, ESTERÍCATE!!-. 
Y como una navaja automática suiza a la que se apreta un botón, Pedro se tumbó veloz y extendió sus largas piernas a más no poder, brazos paralelos pegados al cuerpo.


*Jejeje, y es que a veces los médicos olvidamos con quien hablamos y en donde estamos, y claro pasan estas cosas.


Dr. Roberto Gonzalez G.
Gastroenterología- Endoscopia Digestiva.

Huelva-8 diciembre 2017.


miércoles, 6 de diciembre de 2017

HODGSON.- Cuentos de Médico.

     
  El protagonista me contó la historia con un poco de timidez,  el cuento era cierto, real…  y  era el año 2002.
Flaco, flaco, cincuentón, pelo rizado, pegado al cráneo, rasgos costeños, moreno quemado por tanto recibir sol mientras  trabajaba de ayudante de autobús de pasajeros, siempre diligente, siempre  muy trabajador, no fue a la  escuela por extrema pobreza, siempre con ganas de aprender y con ganas de ayudar…  Su vida había dado un vuelco muchos años atrás, desde su juventud, cuando en el trabajo tuvo un accidente y perdió un ojo,- -Accidente que no viene al caso relatar- de manera que su vida entera la  había conducido con un solo ojo, y les aseguro que miraba como que tuviera cuatro.    El se había inventado un apellido, yo soy Hodgson me decía cuando yo era niño, mi apellido es Hodgson, yo descubrí que era inventado treinta años más tarde.     Siempre de buen humor, siempre haciendo sonreír y sonreír, aunque uno no quisiera, te reías, tenías que reírte con él y su forma de contar, cosas que se le ocurrían.

En uno de  mis regresos a Matagalpa, me lo encontré,  ya no trabajaba como ayudante, él hacía de todo, lo mismo sembraba frijoles, que recolectaba café, arreglaba un carro, una radio o una maleta, que te pintaba una casa, era el hombre de las mil habilidades.  Allí donde vivía, le habían echado el ojo  y lo habían  pescado para  evangelizar, porque él era creyente, y en  poblados de la montaña.  Y se sentía a gusto el hombre, leía la Biblia con un solo ojo, y hablaba como podía de  la Biblia, hablaba bien, con gran sentido religioso, sencillo y claro.

Me contó que en una ocasión, ante mi sorpresa de sus nuevos oficios, estaba él de pastor. Ahora ya salía bien, pero la primera vez le mecateó fuerte, ¡vaya! lo que pasé la primera vez… me ilustró.
-Me siguió contando : Idiay resulta que el hermano en Cristo,  me lleva a una celebración, y estando en ella, hablándoles a los fieles, campesinos todos, me presenta como nuevo de la congregación y sobre la tarima, me deja solo y me da el micrófono para que dirija unas palabras…  Yo me resistí sonriendo, mis manos se juntaron detrás de mi cuerpo y mi sonrisa llevaba ansiedad,  creyendo que era una broma, pero nada mi hermano, aquello iba en serio… A mi hasta me temblaban las canillas, la boca estaba seca,  parecía lija, vos vieras Robert…   cogí el micrófono con miedo , lo miraba, lo balanceaba, sonreía pero vos sabés, como yo soy de un solo ojo, las gafas oscuras me ayudaban un poquito hermano,  no sabía  que hacer ante la gente, era domingo y era gentillal el que había bajado aquella mañana… El hermano  que me dejó en el brete, me animaba, -Ud. Puede hermano, Ud, puede… - El no se dio cuenta, pero a través de los anteojos  oscuros, yo le tiré una mirada que era balazo jejejeje, pero de broma,  y con sonrisita nerviosa.

 La cancha estaba llenita y con parlantes en todas las esquinas, todo adornado con flores, y cintas de papel de colores.  Yo estaba medio muerto… pasaban los segundos, y me coloqué de frente, miraba el micrófono y lo movía, el gentillal, esperando. Pero ve hombre, el señor no desampara nunca,  pedí al señor en segundos, una ayudita.  
Y de repente... Tenía que empezar a hablar,  el otro hermano  movía la mano señalándome que comenzara, algunos con sonrisitas maliciosillas en el público ansioso, … otros al ver que no comenzaba me decían, dele hermano, dele, dele…    Y se hizo el silencio intenso y hablé, Robert, hablé como no había hablado nunca.. jejejejeje… Reímos juntos.

- ¿Y qué dijiste?

-Queridos hermanos… -muy serio-, queridos hermanos… y de repente la luz en mi Jícara,  y dije  queridos hermanos yo, yo, les quiero pedir primero que todo… “Un brinquito para el señor”, y toda aquella gente brincó Robert.
Yo entre sorprendido y asustado, y no sabiendo cómo seguir dije de nuevo “Otro brinquito para el señor” y ahora si hermano, toda aquella tropa pegó  como empujados por una misma fuerza, otro brinquito y se oyeron ¡Aleluyas! ¡Aleluyas!  Y ruidos de tablas y siguieron brincando y riéndose a carcajadas  durante un ratito…   yo reía y me sentía feliz, como conferenciante, y hacía lo mismo que el público… 
Ve hermano aquello fue grande gracias al señor… luego ya pude  decir unas poquitas palabras del evangelio, y para no cansarte el cuento, al final todos, toditos me abrazaban ¡Aleluya hermano!. ¡Aleluya hermano!.

El protagonista de esto, es digamos un hermano adoptivo mío. Jejeje. Es un buen tipo, es un tipo grande de alma vida y corazón.


Huelva 6 de diciembre 2017.
Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.

martes, 5 de diciembre de 2017

DOCTORES.- Cuento de Médico.

      Un Buitre de plumaje negro, irónicamente gordo, de feas patas, cuello en S, largo y pelado, erguida cabeza,avispados ojos y pico corvado, apunta hacia un objeto oscuro a unos 20 metros de distancia en tierra seca, apenas con algún arbusto y matorrales, el zoom acerca el bulto oscuro convertido en niño negro de unos 3añitos, alejado de otros adultos tan famélicos como él, las moscas  invaden su rostro.  No hace intentos de espantarlas, ya no puede...  en cuclillas recoge algo del suelo e intenta llevarlo a su boca con movimientos lentos que parecen no ser.    Sus párpados caen apagando su vista por momentos y un leve tambaleo hace creer que desfallece y cae a tierra mala.   
La cámara realiza un barrido y no parece que nadie preste atención al niño, salvo el animal carroñero que permanece impertérrito esperando… la imagen en  pantalla se va difuminando, en el preciso momento que el animal adelanta con suma cautela y lentitud una de sus patas hacia el  objetivo…

-Se han juntado años desde que aquella imagen inmoral se mostró al mundo a través de la caja tonta y no imaginé que estuviera en las profundidades, hasta que hace unas semanas subió como un corcho en el agua, a la superficie de mi memoria por obra de un necio. 

Aquel día, le realizábamos una colonoscopia al Dr Bueno , hombre de mediana edad y estatura, tez blanca, cabello y bigote en plata  bien cuidados.  Educado, de maneras suaves, actitud generosa, buen compañero, vida entregada al servicio de los demás, un doctor con todas las letras, al decir los que lo conocen ó han tratado.  
Y se examinaba su intestino porque desde hace un tiempo sus glóbulos rojos habían descendido de forma alarmante.  Al principio no le dio importancia, leve palidez en rostro blanco no era notorio, pero con el pasar del tiempo, también sintió cansancio,  ahogo al menor esfuerzo, llegaba a casa sumamente agotado del trabajo.  -Me estoy volviendo viejo pensó y decía-, sentía que le faltaba el aire al caminar,  sus músculos se resentían.  Para entonces si, más de uno le decía:  “te veo pálido” .     y con su especialista comprobó que también escaseaba el Hierro, a pesar de comer lentejas, frijoles, ricos en ese metal, su médico y amigo,  le recomendó lo correcto, una Endoscopia por la boca.- No se encontró nada-.   
La alegría duró poco, porque ahora estaba conmigo para un examen de su Intestino grueso, donde aguardaba la nefasta sorpresa, causa de aquella anemia, y del cambio en su vida  a partir de ese momento,“ Un cáncer de colon “ .  

El Dr Bueno encajó el golpe con entereza, templanza y cierta tranquilidad que solo son capaces de conseguir personas especiales y creyentes.  
Se despidió dando las gracias y con media sonrisa, bromeando con el Cuba libre (sedación) que le había metido en vena para la exploración.

Sus amigos y compañeros habían desfilado durante la mañana  interesándose por su salud, pero hubo uno que no lo era y que tampoco había yo visto antes por el hospital,- seguramente contratado para el verano-.  El Dr. Neciolo, de unos treinta y tantos años, los rasgos no los recuerdo,  pero si desgraciadamente con claridad su entrada al despacho de informes endoscópicos  y…   ¿Tú le has hecho la exploración, al Dr Bueno?-  
-Si-.   
-¿Me podrías decir si la baja será para largo?…



Huelva 5 diciembre 2017.
           Dr. Roberto González G.
Gastroenterología- Endoscopia Digestiva

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