4 de febrero de 2015
Por el estado del hombre, sabía que ella andaba cerca, pero no creí que fuera en nuestra inmediatez. el aspecto no era bueno, pálido, sudoroso ,frío, sabía que ella lo estaba observando con atención..
Desvaído, parecía borrarse lentamente, allí tendido sobre la camilla, esperándome y seguramente también a ella, aunque no sé si era consciente de eso.
Quería ayudarle y lo intenté, buscando con avidez causa de su mal, soy diestro en el manejo de mis instrumentos (endoscopio ) y me introduje por todo su ser, a partir de su boca seca y jadeante, buscando y rebuscando la causa primera de su mal, el camino era conocido por mi, llevo haciéndolo mas de 20 años, y no hay recovecos que sean suficientemente oscuros a mi visión, encontré algunos signos, manchas rojas, dispersas, frescas, rutilantes, pero no veía nada causal, parecía que alguien hubiera pasado por allí y hubiera pintado las paredes en tonos rojos recientes, pasaron unos minutos, y mi atención se vio pinchada por sentir sobre mi cuello sudor frío, vació en el estómago, aceleración del pulso, mi corazón latía violentamente acelerado y el aliento tibio húmedo de un resoplido que pasaba a mi lado, se desgajaba sobre mi arma de defender vida, y de repente oí, sentí, que decían “ ¿ahhh si? ¿buscas algo para vencerme? ni tu ni nadie puede hoy,”… y acto seguido se desplazó con la rapidez de un samurai experto en el manejo de la espada , de forma tan vertiginosa, que mis ojos solo pudieron ver reflejos, y dijo con carcajada gozada: ¿quieres saber? ¿quieres ver? y abrió, terminó de abrir un enorme boquete, en la pared interna de la tripa del hombre, brotando un chorro impresionante en fuerza, rojos, que chocan contra la pared de enfrente, salpicando las lentes de mi endoscoscopio, el que tuve que sacar a gran velocidad, para gritar ¡Cardiovascularrrrrrrr!!, y todo a mi alredeor, se puso a hervir, llamadas, carreras, paso del hombre al quirófano de al lado, romper y desnudarlo del pijama que llevaba puesto.
Habían pasado unos 10 minutos, y los esfuerzos del equipo que había iniciado la acción de recuperar, tuvieron que desistir… solo quedaba ya sobre la mesa de quirófano, su huella, la huella indeleble de su paso y su victoria sobre aquel cuerpo inerte. Sentimos un bajón, como que la fuerza no fluyera en esa sangre que circula par mantenernos vivos, pero era la realidad, había vencido ella. Nunca la había visto actuar tan ágil, veloz, certera y tan sanguinaria como en esta ocasión..
Pensé que era mala, despiadada, inapelable, invencible.
Nada tenía que hacer alguien como yo… pensé en Dios y el hecho… luego ya menos apesadumbrado pensé mejor de nuevo en ella, y ya no estaba tan seguro de que hubiera sido tan mala, hasta la comencé a ver bondadosa al actuar tan rápido y evitar el sufrimiento en el que se deleita en otras situaciones.
La Aorta, la tubería central del organismo, por la que circula toda nuestra vida, y distribuye sangre, vida, a todos los rincones de nuestro cuerpo, se había roto, y provocado la muerte de inmediato de aquel hombre, no dando lugar a nada, nada, mas que lamentar y espantarse de aquella dramática situación final.
Una de las muertes mas espectacularmente dramática que he vivido, y que espero no volver a ver, una rotura de Aorta Abdominal.
Dr. Roberto González G.
Médico Gastroenterólogo.
Publicado en blog:19-08-2016.