( Nota dedicada a mi Amigo Nicatalán, Oscar Danilo Perez Diaz)
Un par de amigos se enteraron que el tercer amigo inseparable, había salido ya del hospital, estaba enfermo y tras largos 22 días, por fin lo habían enviado a casa.
El pobre hombre tenía una Cirrosis avanzada de tanto guaro repartido entre los tres, y muchas juergas de semanas enteras en diferentes puntos calientes de la ciudad. Conocidos eran, y la gente decía "Esos tres, son arrechos al guaro" como si aquello fuera una virtud de hombres machos, y claro cayó el primero y recién llegaba a su casa a reponerse, convaleciente.
A los pocos días, aún todavía amarillento y enflaquecido, con abdomen abultado de batracio, nariz ligeramente enrojecida y piernas hinchadas, aquel pobre hombre de 44años, pero que parecía de 64, se asomaba a la puerta de la calle, donde daba el solito de la mañana suave y estimulante, respiraba aire fresquito y sus ojos encontraban cierta alegría al ver gente pasar, y alivio débil de su existencia. Cansado siempre pero ahí seguía vivo, ¡cómo valoraba! aquel hombre venido a menos, esos momentitos de ínfimo placer, en su silla mecedora azul y blanco dispuesta en la acera de su casa... pero el sábado, ese sábado, los otros dos dieron a pasar por su casa y al verlo en la puerta tomando el sol tierno de la mañana... se alegraron, se miraron uno al otro haciendo una mueca con los ojos y el pisco estirado al mismo tiempo, sonrieron, y en vos alta y desde unos metros le gritaban, "Idiay, ya saliste, (era evidente), te veo pijudo.", sonrisas, sonrisas... sí, acompañaba el otro diciendo también... Yo te veo buena cara, magnífico, se ve que estás diaverga, bastante repuesto...
-Y para no cansarles el cuento, siguieron así largo rato, riendo y chileando, hasta que intentaron llevárselo con ellos a dar una “vuelta". ¡vamos hombre!, ¡vaamos! , vamo a ir despacito, nos tomamos un traguito y volvemos.
-Y para no cansarles el cuento, siguieron así largo rato, riendo y chileando, hasta que intentaron llevárselo con ellos a dar una “vuelta". ¡vamos hombre!, ¡vaamos! , vamo a ir despacito, nos tomamos un traguito y volvemos.
- No hombre, estoy débil, acabo de salir, estoy recuperándome, estoy con medicinas,..
-¡Vamos hombre! nosotros te vemos ya mejor, ¿verdad Oscar Danilo?, no lo ves mejor vos? - ¡Si hombree! se ve que te ha hecho bien el hospital.
-No tomés si no querés, pero nos acompañas, vamos…, ¡vamos hombre, somos amigos de siempre, y siempre hemos ido juntos, vamos!
-Al rato del asedio amistoso, para alegrar al amigo… El enfermo en recuperación asintió, ¡va pues! ¡vamonós!
¡Qué jodido!, ¡de algo tiene uno que morir! hizo una mueca que quiso ser una risa, y los otros si se rieron con ganas y perfección... y se fueron a la primera cantina con roconola de la ciudad y bailaron y bebieron...
No sé si volvieron.
RGG