sábado, 31 de agosto de 2019

AVENTURA PARA UN PÉSAME. Cuento de Médico.

“Aventura para un pésame”

Dafne, Dagne, dane, con todos esos nombres la llamaban. Sus padres la habían bautizado con el nombre de la diosa griega, cuando creció le pareció eso  muy presuntuoso, de manera que empezó a decir  que en el registro se habían equivocado y en lugar de la G, habían puesto una F, quedó pues como DAGNE.

Aquel día del mes de mayo de un año de los 80, en la perla del Norte, le amaneció a las 7am. Se sentó despacio en el borde de la cama, con un pijama celeste cielo y muñequitos de colores. Al apoyar un pie en el suelo, lo retiró de inmediato media dormida, estaba frío.  Se calzó las pantuflas y ya bien despierta, se dio cuenta que el tiempo era malo.
Se acercó a la ventana del salón, corrió las cortinas amarillas y efectivamente encontró un cielo grisáceo tirando hacia blanco y lloviznaba, - está chispeando se dijo, y ¡Jem!  ¡No!.     y de inmediato se dispuso a cambiar aquel día. Abrió las tres ventanas  para que entrara más luz, encendió la radio, localizó el programa  “Al compás de la nueva ola”, estaban merengueando  y se puso hacer de segunda voz acompañando al cantante de turno, desayunó escaso y subió el volumen de la radio cuando ya cogía la escoba, abrazándola al igual que a su novio con ganas, comenzó a bailar con ella…despacito, despacito, despacito…. Con un pañuelo de esos grandes  rojos que se usan en el campo amarrado a la cabeza con el nudo hacia adelante,- ciertamente el conjunto no era de diseño-  se dijo, pero… ¡Que me importa! se auto consoló y se dispuso a hacer brillar el suelo, era maniática de la limpieza y de repente se sonreía, se notaba que gozaba con ello, en ello estaba cuando sonó el teléfono…

Lo cogió y atenta bajó el volumen de la radio, algo importante le estaban diciendo porque en su rostro se desvaneció la sonrisa  y los ojos grandes, alegres por naturaleza, dieron ya otra nueva impresión, solo se le escuchó decir : ¡ Íjole! ¡Íjole!   ¿y entonces?  ¿Y van a ir Uds?....   Está bien, yo voy también, me arreglo y llego a la casa.
De inmediato se metió al baño y pocos minutos después estaba hermosa como una rosa que olía a primavera, y ciertamente estaba en su edad primaveral, esa en que se es consciente de lo  bello de la vida, y se tiene la experiencia suficiente  para aprovechar la otra mitad.  Ella por nacimiento era alegre, positiva y luchadora, no le hacía “ña” a nada, quizás eso le quedó aprendido tras  años de dramas y sufrimientos en silencio.  Ahora era plenamente ella, sin complejos y sin angustias, así enfrentaba diariamente su vida, y tenía amor, amor mucho a si misma.   
Cogió una maleta de pequeño tamaño y con ella en la mano, salió, cerró la puerta con llave y marchó.  En los primeros metros tuvo que salirse de la acera, al encontrarse con una escalera,  dijo  ¡Gulp!, y cambió de acera. 
Llegando a la casa familiar, se cruzó con un gato negro, abrió grande los ojos e hizo un gesto con las manos, para conjurar la mala suerte, que sabía traía el cruzarse con el negro animal .
A la llegada a casa se encontró con sus hermanas reunidas y con cara de circunstancias. Ella como es natural entró sonriendo y diciendo "alegren esas caras que todavía no me he muerto". Las hermanas no celebraron la gracia y le dijeron, vení  sentate.  
Y hablaron de lo ocurrido y lo que pensaban hacer.  Había fallecido el padre de el exmarido de una de ellas, y estaban considerando la conveniencia o no, de acudir a casa del muerto, que estaba en un pueblo alejado, a unas 3 horas de camino en carro. Decidieron que si, pero no a la vela que era ese día, irían por la mañana a cumplir con las normas  y darle pésame a la familia.

A la mañana siguiente tempranito se prepararon, todas vestidas de riguroso luto, se preparaba Dagne frente al espejo ya vestida de negro riguroso, tela brillante, pelo rojizo, ¡Íjole!  y ahora como le hago al pelo, no me lo voy a poner negro, ponete una chalina negra cuando lleguemos y ya está.   Estaba guapísima, y así lo debe haber visto ella, porque cuando se terminó de pintar las cejas, retocarse las pestañas y darle rojo a los labios,  se sonrió a ella misma en el espejo y le mandó un beso rojo,  ¡Vámonos!  Dijo y salieron taconeando las tres.
Salieron muy de mañanita, había que atravesar Managua. En el camino, llegando casi a la capital un policía de tráfico las paró , el vehículo que corría y de la conversación que llevaban. 
-          ¿Cual es el problema Señor?
-          Deme  Ud, los papeles, - Pero señor porque nos para?  
-Deme Ud, los papeles dijo el policía en tono serio y firme. Una vez con papeles en mano…  
- Le informo señora que se ha tirado la línea amarilla.
- ¡Yo no me he tirado nada!   ¡No me he tirado nada!   No me he tirado ninguna línea amarilla, no señor, yo no veo ninguna línea amarilla.   
– Y tras unos momentos de decir y oír... el policía se irritó un poquito más, y dijo:  -¡Ah no, señora, si yo digo que allí hay una línea amarilla, allí hay línea amarilla!.
-¡Gulp, Íjole!  ¡No se arreche hombre!  Es que no veo esa línea que solo Ud. Ve.
 – No vaya a faltar al respeto a la autoridad-.  
-Bueno hombre, ¡No se enoje, no se enoje!.
Dagne que era una chispa bien encendida, le dijo, bueno hermano y ¿esto cuanto nos va a costar?     
 -¿Me está intentando sobornar señora? yo soy un digno servidor de la  patria.          - Dagne ya estaba que se subía por las paredes,- estos jodidos que se aprovechan que vamos 3 mujeres solas se dijo para sus adentros-.  
La mayor, le dijo, calmate hermana, calmate, a ver señor déjeme un segundito los papeles. -El policía la quedó viendo, alguna señal vio en la cara de la mayor, la más paciente, tolerante y experimentada hermana, que se los dejó un segundo nada más… ella introdujo  un billete de 100. El guardián de la patria  se lo devolvió diciendo ya en otro tono, - ¡Noo!  ¿mamita, como me vas a dar eso? en tono paciente e irónico y le regresó los papeles. Tuvo la mujer que meter hasta 4 billetes más, para que surtiera efecto la inyección.  Al final de la negociación el policía le deseo buen viaje y le dio un aviso, tengan cuidado  que más adelante hay otro, vayan despacito…  
Dagne iba que se la comían las hormigas, su cara era un poema, y arrecha, arrecha, esos ojazos grandes y profundos, echaban chispas, y su tono de piel blanco se había vuelto rojo de ira, los labios apretados para que no saliera nada que agravara la situación, le duró aquello  hasta casi llegar al pueblo, su destino.

Tras largas horas de traqueteo del  vehículo por fin llegaron al pueblo, lo decía un letrero sobre tabla oscura mohosa a un lado del camino “Está entrando Ud. en  San Perico de los Palotes”.  Era casi medio día cuando llegaron a la casa del difunto, aquello estaba lleno, todo el pueblo  en las aceras, dentro, llorando al muerto, en el patio había menos gente. 
Estaba que no se cabía, un señor de bigote salió a recibirlas, a una de ellas le dio un beso en la mejilla con cara triste, y a las otras dos le puso la mano en el hombro como en abrazo, en señal de saludo. 
Las condujo por un Zaguán que daba al patio, allí pocas personas estaban, les sacó unas sillas de plástico donde las invitó a sentarse, nuestra amiga  se sintió rara, pero no dijo nada, solo observaba y sentía raro aquella entrada por el zaguán hasta el patio que aunque no estaban solas del todo, no era lo que esperaba, y poco faltó, pues dijo, ¿No vamos a ver al muerto?,  una de las hermanas contestó, a lo bajito, shssss  esperate que nos lo digan, acabamos de llegar…. -¡Jum! dijo Dagne, la más elegante y deslumbrantemente vestida, todos los del pueblo tuvieron que fijarse en ella, azorada sintió alivio cuando ya estuvo sentada en la silla de plástico, les trajeron fresco de tamarindo, y  unas enchiladitas, para aliviar el estómago, que ya reclamaba su dosis.  
El tiempo pasaba  y nada que las invitaran a donde el muerto era rezado y llorado por mujeres del pueblo, la cocina funcionaba, con gente moviéndose y preparando. Dagne, sentía como que la espiaban, se sentía incómoda y quería moverse, su sensación era cierta, había alguien que espiaba por la rendija de una ventana, pero no a ella, sino a una de sus hermanas…   el tiempo pasó y pasó y nuestra amiga, se impacientaba, se dirigió a sus hermanas y al no obtener apoyo para entrar al salón principal, se tuvo que contener retorciendo el pico y haciendo chiribitas con aquellos ojos grandes.  
Allá a los ratos vio movimiento dentro y fuera, desapareció el ruido del rezo triste de despedida  y de encomendación al muerto casi convertido en santo al poderoso que está en los cielos,  se preparaban ya  para sacar al muerto en su caja con viaje hacia la iglesia, las ilustres visitantes se quedaban viendo sorprendidas, pero no dijeron nada, todo era en señas,  se acercó  el señor del bigotito de nuevo entre tímido y temeroso, voltiaba constantemente a ver hacia atrás,  y les dijo que iban para la misa de cuerpo presente, que luego tendrían oportunidad de despedirse del difunto.
 La educación y el bien estar, hicieron un comportamiento modélico de las tres hermanas, y se encaminaron al acompañamiento para decir el ultimo adiós  al muerto en su último viaje y ver recibir la bendición del  cura del pueblo en casa de Dios.  
“ Donde nos ponemos hermana, delante o detrás, en medio?   - No importa hermana, mientras vayamos…  Íjole cuanta razón tenés, dijo Dagne y con cara compungida siguieron, aunque ella y disimulando tiraba ojazos a izquierda  y derecha buscando sin encontrar.   Su sexto sentido le inducía a estar alerta y arrecha porque no le había gustado como las habían recibido, y todo el tiempo que estuvo sentado en las plásticas, sintió un "mal fallo", tuvo cruzado los dedos largo rato. Y el muerto seguía sin ser visto…
Pasó la misa y salieron de nuevo… hacia el Cementerio, todo fue rápido, después de la iglesia…  todos estaban allí menos una persona, todas las mujeres lloraban, hombres con caras compungidas , a un indiscreto se le oyó decir “El muerto al hoyo y el vivo al bollo"  y ya, tras abrazos y gestos dolorosos se fueron despidiendo de familia doliente… faltaba alguien… las hermanas se dispusieron a regresar a la casa del muerto para despedirse como Dios manda, cuando vieron venir hacia ellas a  un chavalo corriendo, venía de la casa del fallecido, casi ahogado por la carrera, el buen muchacho se  dirigió directamente a las mujeres que eran notorias en el pueblo,  y las apremió : ¡Señoras! ¡Señoras!  ¡No vayan, señoras, no vayan!  la mujer  de mi tío Fausto, dice que si se atreven a regresar ahora que ya no está el muerto, si llegan a entrar de nuevo,  les echa agua caliente, y no es broma, tiene dos grandes porras llenas de agua hirviendo.  
-La cara del chiquillo era un poema de preocupado, pero mucho más poema fue  las de las tres hermanas y en especial  de Dagne, que ahora si, ya se explicó todo aquel presentimiento  interior que tenía, y dijo  ¡Íjole!  ¡Íjole!  ¡Umm!  ¡Vamonós, antes que esa vieja loca nos queme vivas! ¡Vamonós! ¡Vamonós!, y todas rieron y salieron en busca del viejo  jeep willis, de color rosadonsonson para salir del pueblo.   
Le temblequeaban  las latas al Jeep, el ruido llamó la atención de los transeúntes al pasar hacia la salida del pueblo a velocidad, las pasajeras iban risa que risa, sin parar y saltando sobre los asientos por los brincos del jeeep, salieron de San Perico de los Palotes para no volver nunca más.


Huelva.
30/Agosto/2019
RGG

viernes, 30 de agosto de 2019

ENFERMERAS, en mi vida.-


ENFERMERAS.

Mi relación con las enfermeras es de larga data, así como los años que tengo. Al nacer -contado por mi madre- fue una Enfermera quien primero me cogió en brazos, me lavó, me abrigó, dio los primeros mimos, me tomo con sus dedos amorosos la naricita, me dijo cositas y sonriendo me posó en los brazos de mi ansiosa mamá.
Solo tengo buenos recuerdos de las enfermeras, solo recuerdo enfermeras de verdad y no es que niegue la existencia de otras, otros, impacientes, diablos, diablas, irascibles con los sufrientes, faltos de piedad, misericordia y generosidad.. que haberlas haylas, y haberlos haylos, seguramente equivocados de profesión,  sino que,  y esto lo digo con total sinceridad, en mis recuerdos no aparecen, no se quedaron grabados en mi memoria.    Pero si, todas y cada una, cada uno, de aquellas, aquellos que hicieron su labor con magnanimidad, solas, solos,  o haciendo cuerpo conmigo cuando llegó el momento en las atenciones a la  persona enferma y desconsolada.

En mi  niñez las veía pasar por la calle frente a mi casa,allá en las calles de tierra y de piedra en mi pueblo natal, vestidas todas de blanco, cofia, vestido, medias, zapatos blancos, blanquísimas, notoriamente impolutas que les daba entre su profesión y su vestir una entidad de santas, regresando a sus casas después de hacer el bien.. yo imaginaba entonces su trabajo y surgía la admiración infantil, que ya nunca se apartó.  

En mi adolescencia estuve mas cerca de ellas,por casualidades de residencia y permanencia, muchas horas a su lado, estuve observando actitudes,  conociendo sus pensamientos, conocimientos, disfrutando sus reflexiones, y sus goces al contar. todas humanidad.
  
Enfermeras hechas de la práctica diaria y aprendizaje al lado del médico, épocas en que no se requería titulo universitarios para atender al prójimo, hablo por supuesto de fechas atrasadas en mi vida y en mi país,-similar a otros muchos del continente americano-, 
Cariño, generosidad,predisposición a ayudar, mejorar, aliviar, con conciencia de la importancia de sus actos, también luego cuando abandoné mi terruño en busca de hacerme médico, crucé el charco me las volví a encontrar, en la universidad, en la vida , ya en la madre patria. 

Recuerdo  una de ellas, -La veo como si la tuviera enfrente,-entregando su tiempo a un compañero Ecuatoriano de la época, moribundo lejos de su familia y su tierra, allí estábamos todos ante el drama y una enfermera la abanderada para los asuntos que hacer en el momento.  agradecimiento, deuda eterna.

Gracias a una enfermera fue que ingresé como estudiante residente en una unidad de cuidados intensivos.   tuve experiencia inenarrables de bonitas, dulces, alegres, humanas, y sobretodo de ayuda al prójimo con muchas a lo largo de muchos años en que me tocó desempeñarme como estudiante residente, medico de cabecera en muchísimos pueblos de Andalucía, al igual que en servicios de urgencias.

Sin una enfermera o enfermero en esos lugares, que alguna vez sucedió, me sentía solo, me faltaba como una costilla, o  yo era una costilla suelta de alguien que no estaba, faltaba el equipo.  mucho aprendí de aquellos profesionales.

Ya  rumbo a la especialidad,  mis primeras guardias en gran hospital, fueron enfermeras, enfermeros. quienes me trasmitieron  serenidad , tranquilidad, conocimiento al fin, incluso me sugerían que hacer y poner, en aquellos primeros casos angustiantes con los que me enfrentaba por primera vez, Crisis asmáticas, Edemas Agudos de pulmón, Crisis Epilépticas, Infartos Cardíacos,Diabéticos descompasados, Crisis hipertensivas, etc, etc... fueron ellos ya habituados por la rutina y por su experiencia de años, sabían mucho mejor que los médicos noveles que sabíamos solo de los libros, fue en ésta época lo de mi novatada sufrida pero que enseñó, habían enfermeras y enfermeros , que hicieron lo suyo.

Gente con los que en tiempos de relax, platicábamos no ya solo de los casos y enfermos, sino de otras cosas diversas de la vida. A mi sentir me enriquecieron no solo en medicina, sino con cosas humanas. 

Luego ya formado a medias,-Nunca se acaba de formar uno- con flamante titulo, seguí trabajando con enfermeras, muchas de ellas las recuerdo con cariño y amor, por conciencia de formar parte del mismo grupo, angustias, alegrías de trabajo bien hecho, horas compartidas al fin y al  cabo.  
He tenido a suerte que siempre me ha acompañado alguien que camina por el mismo sendero que yo. La Enfermera.

AHORITA  que escribo esto, surgen en mi memoria muchas caras y múltiples hechos, unos tras otros como en un pase de diapositivas y pienso que sin todos  ellos, yo no sería el médico que soy, médico indudablemente claro que si, pero con carencias, que gracias a ellas, gracias a ellos, se han ido llenando y siguen llenando muchas..  Creo que todos ellas, ellos, lo saben, porque nunca tuve reparos, sino gozo en decirles, reconocerles a cada uno en su momento, las consideraciones mías sobre su actuar.  


Así pues, para mi la Enfermera, el enfermero, son piezas fundamentales en la atención al enfermo, no importa donde esté ni si es universitaria o graduado en la practica, siempre a  pie del enfermo, y brazo derecho del médico en el trabajo técnico, pero.. y esto lo digo sin querer molestar a nadie, pero es lo que he visto, mas que un brazo, es en muchas ocasiones el corazón que sustituye al que falta a muchos de nosotros los  médicos en sus contactos con el enfermo.  

RGG. 

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