
siglo XX. Murió de TBC con 31 años.
"Soledad"
-En esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
que ya sus redondas hojas
al viento comienzo a echar,
te me das, tú, plenamente,
dulce y sola soledad.
Solamente un solo pájaro,
el mismo de todas las
siestas, teclea en el olmo
su trinado musical,
veloz, como si tuviera
mucha prisa en acabar.
¡Cuál te amo! ¡Cual te agradezco
este venírteme a dar
en esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
tan dulce, tan plenamente
y tan sola Soledad!
te me das, tú, plenamente,
dulce y sola soledad.
Solamente un solo pájaro,
el mismo de todas las
siestas, teclea en el olmo
su trinado musical,
veloz, como si tuviera
mucha prisa en acabar.
¡Cuál te amo! ¡Cual te agradezco
este venírteme a dar
en esta siesta de otoño,
bajo este olmo colosal,
tan dulce, tan plenamente
y tan sola Soledad!
Miguel Hernandez.
1)
QUERER, QUERER, QUERER
Querer, querer, querer;
ésa fue mi corona,
ésa es.
2)
TAN CERCANOS , Y A VECES
Tan cercanos, y a veces
qué lejos los sentimos,
tú yéndote a los muertos,
yo yéndome a los vivos.
3)
LLEVADME AL CEMENTERIO
Llevadme al cementerio
de los zapatos viejos.
Echadme a todas horas
la pluma de la escoba.
Sembradme con estatuas
de rígida mirada.
Por un huerto de bocas,
futuras y doradas,
relumbrará mi sombra.
4)
MUERTO MÍO, MUERTO MÍO
Muerto mío, muerto mío:
nadie nos siente en la tierra
donde haces caliente el frío.
5)
ME TIRASTE UN LIMÓN, Y TAN AMARGO
me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida, y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.
Con el golpe amarillo, de un letargo
dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.
Pero al mirarte y verte la sonrisa
que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,
se me durmió la sangre en la camisa,
y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.
6)
¿NO CESARÁ ESTE RAYO QUE ME HABITA
¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?
¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?
Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.
Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.
7)
A MI ALMA.
Murmuran que hablo muy poco
alma los que nada saben
de nuestros largos coloquios.
8)- VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN.
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quien al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
Yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
la agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
se me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.
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