¡Los Muertos están asustados! han observado que arreglan la fachada de los cementerios, están llevando flores al borde de su lechos, oyen ruidos extraños a todas horas y desde las cercanías, donde algunos vivos van colocando plásticos, tenderetes perecederos , bancos de plástico duro, grandes porras con comidas, algunas cosas envueltas en hojas de chaguite, refrescos, y alguno se atreve con un traguito de guaro.
Piensan que algo grande se prepara... De pronto caen en la cuenta que será el día siguiente el 2 de noviembre, supuestamente su día que los pueblos han querido que así sea, pero ellos están cansados de la hipocresía de este mundo, y como nunca son visitados este año no quieren ser protagonistas, ni justificaciones para vivos en pena, se escapan entonces en mitad de la noche. A un borracho que busca su cueva en las cercanías del panteón de Matagalpa en plena oscurana, camina en zigzag, y al enderezar la mirada que antes apuntaba al suelo, se le fue el guaro a la porra al ver salir por la puerta principal un montón de sombras que a pesar de abrir más los párpados y su parpadeo parabrisas, intenta ver mejor, no lo consigue, le entra culillo, se apura y rapidito busca meterse en su humilde mediagua, tumbarse en su tijera de cabuya y cobijarse hasta los ojos.
Las sombras con suma tranquilidad salen todas, se agrupan en fila, se les viene a la memoria lo del año pasado, cuando vieron desfilar a los vivos al día siguiente desde la mañanita, bien vestidos y arreglados, con viandas y frutas, entrando a su casa. Casa de fallecidos, no imagen otra cosa. Ven con todo tipo de caras, tristonas, alegres, anodinas. Se sorprenden porque durante el año no son visitados, ese día escuchan los comentarios de los amigos y familiares, y que bello, nadie de los muertos sale perdiendo, todos ganan según las bellas palabras y recuerdos que la gente cuenta. Eran seres excepcionales los que ya no están, ¡qué lastima!, algunos de los muertos se sonríen entre ellos, cierran el ojo, y ríen en silencio, es el DÍA DE LOS MUERTOS.
Y los vivos lo celebran, pero ellos se marchan porque no quieren oír más babosadas, los dejan solos en la celebración y se marchan a pasear por la ciudad, volverán por la noche siguiente cuando vuelvan a tener su paz, la paz de los muertos, la paz de los cementerios.

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