Hace unos cuantos años, más de 15, escuché a alguien de unos 50 años, que me decía: “Te cuento que yo ya me puedo morir, ya vi e hice todo lo que tenía que hacer en esta vida, estoy listo. “ - No era tan cierto que hubiera hecho y visto todo lo que tenía esta vida-.
Pasado el tiempo, muchos años desde aquello y ahora en Europa otro amigo de similar edad que el anterior, en un momento crítico en hospital, me dijo: Roberto te dejo esos libros, habla con X persona y que sigan mis deseos, ya estoy listo. Así lo dijo y con tranquilidad, al igual que el previo.
En mi profesión he visto gente muy malita para morir y que siguen viviendo, y gente bien sanita que ya no están.
Si aceptamos lo natural y no nos suicidamos, solo Dios tiene la última palabra.
Aniceto Prieto andaba cansado de vivir en el Galope, y andaba todo el día gritando, ¡MUERTE, VENÍ LLEVAME! ¡Muerte, muerte! y así se pasaba el día gritándole a la muerte, hasta que llego la muerte y en noche oscura, lo despertó. Aniceto, despierta, soy la muerte y vengo a llevarte, Aniceto tanto me has llamado que me has convencido y vengo por vos.... Aniceto Asustado, sobrecogido, asustadísimo y temblando de miedo, castañeandole los dientes, logró articular palabra y decía, ¡señora muerte no me lleve, no me lleve, yo se lo decía de broma hombre, no me lleve! jajajaja.
- Dios es el que tiene la última palabra. ¡Vivamos hoy con lo que nos venga! Creo honestamente, si somos sinceros que nadie está preparado para la muerte, otra cosa es aceptar lo inevitable.
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