Dr. Roberto Gonzalez G.
Huelva13-12-2020
Dr. Roberto Gonzalez G.
Huelva13-12-2020
CHARLA ENTRE MÉDICOS
Era un día feo, nublado y llovía a ratos por la ciudad de Sevilla de los años 90, yo ya estaba dentro del hospital en día de guardia, 24 horas por delante, uno se siente mejor dentro que fuera.
Creo recordar que era día domingo, y ya pasando las horas matutinas se iban quedando vacías habitaciones y pasillos de gente visitadora, el trabajo habitual en una planta de hospitalización se había hecho con tiempo, gusto y empatía, todo el personal que se hallaba por ahí, estaba relajado, con buena disposición siempre.
Los médicos de guardia, llegado el medio día y poco más, habían tomado su almuerzo en el gran hospital, muchas mesas, en amplio comedor, bandejas, comidas en autoservicio, charlas entre médicos, charla entre amigos… y fue tras el café que solíamos tomar posteriormente ya en cafetería, que cada uno buscó, buscaba su ubicación, estar dispuesto si surgía algo, o bien ocupaba el tiempo sin trabajo a leer cualquier cosa, repasar historias, etc etc…
Quería yo conversar sobre algo que rondaba por mi cabeza desde hace algún tiempo con mi amigo el Dr Muñóz, Oncólogo, profesional de amplia experiencia y conocimientos… frisaba los 50, en pijama verde lo vi fugaz en el comedor, ahora lo encontraría en su despacho.
El tenía las cosas claras en cuanto a la relación con los pacientes, con cáncer, en aquello de que “si deben saber los hechos realidades, o no deben saber con exactitud”. Y precisamente sobre ese tema quería preguntarle su opinión, su pensar. Al ir a entrar a su despacho, se abrió la puerta y salió un varón alto, de unos 67años más o menos, con escaso pelo grisáceo, adherido a las sienes, pálido, triste, compungido, con pijama celeste de la institución, caminaba lento como si sus miembros fueran de plomo, parecía arrastrarse mas que caminar hacia la habitación 607, la de su ingreso pocos días antes en la sexta planta del Hospital grande, acababa de recibir la peor noticia de su vida.
Si, si, esto Dr. -me decía-, se viene haciendo desde hace muchos años en los Estados Unidos de América, y se tienen mejores resultados, los pacientes al conocer su situación colaboran mucho mejor en su tratamiento y su actitud ante la grave enfermedad es mejor, su lucha más consciente, que lo sepan todo desde el principio es lo mejor para ellos.
No conozco las características de los pacientes o personas que viven en Norteamérica, me imagino que son más prácticos y que buscan mucho y primordialmente el bienestar económico y físico también, no lo sé, pero Dr Muñoz, aquí en España, ¿ la población cree Ud. que está preparada para ese tipo de actitud médica, y que responden de igual manera o similar ? ...
Así iba la conversación con el Dr Muñóz, sin lograr convencerme del todo por detalles de la individualidad de la persona y tipo de sistema sanitario que se tienen en distintos países, etc.etc… cuando casi al despedirme, sonó un brutal golpe seco fuera del despacho, abrimos la puerta y muchos de blanco corrían, otros ya asomados a una de las ventanas que da a la calle. Voces mezcladas… No lo vi venir… Yo que iba a pensar… y ¿estaba solo? Nunca imaginé... Nadie daba respuestas, …. ¿Ya avisaron? Si, se oyó una voz más firme. Todos reflejaban sorpresa e incredulidad, estupefacción… Todos con aspecto de sentir dolor de ánimo.
Cuando por fin logré asomar mi cabeza por la ventana distinguí lo que parecía un cuerpo con ropa azul celeste con machas rojas irregulares... la 607 quedó vacía.
Dr. Roberto González G
Huelva 12-12-2020
" El GUAPOTE DE HODGSON".
El otro día recibí una llamada desde Rio Blanco, departamento de Matagalpa, en el Norte de Nicaragua, tras la sorpresa recibí la voz desde la montaña, detrás de la voz vi a Hodgson.
Hodgson es un familiar adoptado, no de sangre, él se gano el puesto dentro de la familia desde que yo tengo uso de razón, ya les hablé de él en una ocasión, se trata de Hodgson, aquel hombre flacucho de estatura media, color moreno, renegrido, no negro y pelo murruco, ya pintando canas, que habiendo pérdido el ojo derecho en un desgraciado accidente en su adolescencia, había aprendido a vivir con humor y humildad, y mucho aprendió Hodgson de la vida, me atrevería a decir que más que si hubiera tenido los dos ojos.
Este fue quien me enseño a manejar autobuses de pasajeros, este me arreglaba las maletas estropeadas, la radio que no funcionaba, pintaba la casa cuando era requerido y lo hacía muy bien, tan bien que no nos cobraba, somos familia. En una ocasión en un paseo familiar a Pochomil, no quería meterse al mar, y toda la chavalería y no, se metió a disfrutar mientras él se quedó al resguardo de las chancletas y chinelas de hule en la orilla, luego se movió del lugar y para asegurarse que no se las robaran, las enterró bajo la arena. Cuando regresamos fuimos con Hodgson a buscar lo guardado, él corriendo alegre, nos condujo al lugar del entierro, pero claro, la marea había subido y todas andaban libres sobre las olas del mar, con disgusto de los afectados que terminamos descalzos para el resto del día.
Este mismo fue aquel que no más decía “ Un brinquito para el señor” cuando un pastor amigo lo invitó a un celebración, allá en un polideportivo de Rio Blanco, y sin anuncio previo lo dejó en la tarima con el aforo lleno para dirigiera unas palabritas a los hermanos en cristo, más de 100 personas campesinos, hombres, mujeres y niños de la zona. La gradería a rebosar con gran colorido y ruido alegre. Luego todos en silencio esperaban…
Tras el apuro inicial de la trampita sorpresa que le obsequió el pastor, se recompuso, tomó el micrófono, y aunque le temblaban las canillas, y los segundos se le hicieron eternos, por fin se le ocurrió la brillante idea de comenzar pidiendo un “brinquito para el señor”…, el público gritó Amén, y saltaron todos juntos dando un brinquito para el señor… Eso tranquilizó a mi pariente, y viendo el resultado de su mensaje, y todavía sin poder articular un discurso, repitió la frase “ Otro brinquito para el señor” y la gente a rabiar volvió a gritar “Que Así sea”, y volvió a dar otro brinquito para el señor… siguió entreteniendo cada vez más a la alegre y alborotada concurrencia que reía y carcajeaba, celebraban la fiesta cristiana, Alegría, paz y armonía les procuró Hodgson durante al menos 20 minutos, hasta que el pastor acudió en su auxilio. Jamás había yo visto a ningún artista al que le prodigaran tanto aplauso y tanto entusiasmo.
Bueno pues en esta llamada teléfonica del otro día, Hodgson me contó como iban las cosas por la montaña, como estaba y estaba la familia, que allí a pesar de las noticias todo seguía normal, y para no ir más lejos, me dijo; fijate Robert que el otro día, el domingo, me fue a buscar el chino Hankings, quería que fueramos a bañarnos a la posa del chivo, recodo del río, que fueramos a comer pescado al río. Vos sabés que somos amigos de toda la vida, no me le pude negar… Él iba preparado, allí había vuelto a nacer pescados de forma abundante, no como en época de la guerra, dicen que por arte de Doña Rosario, a mi no me hagas caso, eso dicen aquí en Rio Blanco, el asunto Robert es que llevaba varias botellas de Kola Shaler selladas con arena y polvora, y ya puesto en el sitio, vi con admiración que era un maestro en ponerle mecha corta y explotarlas dentro del agua.
Como te digo, era domingo y hacía calor, dejé mis anteojos oscuros y ropa hecha un rollito al borde del árbol, y efectivamente hombré, me animé y me lancé al agua yo primero a recoger los pescados que subieron tras la explosión, subidos como sobre el chorro de una burbujeante fuente, atontados, aturdidos todos, vos vieras el pescaderío dentro.
Yo buceaba y buceaba viendo el cuadro, bonitos colorines Robert, bonito tanto pescado en el agua esperando a ser recogidos por mis manos, y en eso estaba emocionado cuando sentí que algo se me había desprendido de la cuenca del ojo, me preocupé y busqué, busqué y busqué… Pero no encontré ya nada.
Subí a la superficie casi ahogado de tanto aguantar sin aire, triste y arrecho. El chino me esperaba a la orilla, ¡Idiay, Idiay Jodido! me tenías preocupado, le expliqué lo sucedido sonriendo y a carcajadas el bandido me dijo; No te preocupés, yo voy a buscarlo, se tiró al agua como un consumado nadador y buceó, buceó y buceó, a los minutos, salió catapultado hacia arriba con dos hermosos guapotones en ambas manos y me los tiró a la orilla, yo los ví claritos y en cámara lenta seguí su dirección hacia mí, me elevé de donde estaba y en el airé pude agarrar uno con mi mano derecha, le apreté fuerte para que no escapara y al hacerlo sentí dentro una fuerte alegría, y digo yo que me brillaría lindo mi ojo, al ver salir por la boca del guapotón el ojo que yo había perdido dentro del agua.
-Le dije; hombre Hodgson sé serio, sé serio, ¡solo sos babosadas!
-No Robert en serio fijate que eso me pasó, yo cuando volví a ver mi ojo, me sentí feliz con mi ojo de cristal recuperado. Bueno pues nos vemos...¡Ay te llamo para Navidades!.
Huelva 28 de Noviembre de 2020.
Dr. Roberto González G.
Le dije tengo sueño me voy a la cama. Allí me esperas contestó ella…
Fue una noche cualquiera, cuando a eso de media noche nos fuimos a dormir, me encanta dormir al ladito de mi reina, y más cuando el tiempo se invade de calores, ella duerme ligerita de ropa, no como en invierno que suele envolverse y envolverse en mantas, mantas, y más mantas. Ella padece de frío, yo soy más caluroso, en tiempos de canícula de agosto acostumbramos a dormir desnudos.
Nada mas tendernos continuamos lo que había comenzado en el salón, nos besamos delicadamente a media luz, para poco a poco embebidos en la penumbra aumentamos la intensidad dibujando los cuerpos con labios trasmisores de pasión, nos lamíamos y olisqueábamos como poseídos por poderosas feromonas imaginarias, nos tocamos, acariciamos con manos que decían cosas que solo el otro era capaz de entender. Poquito a poquito, fuimos entrando en la maravilla de nuestra sexualidad embebida de amor, en ese torbellino de sensaciones musicales, táctiles, olorosas. Fiesta de los sentidos que te saca de la tierra, te entretiene en el paraíso y te eleva a los cielos. Ambos solitarios en el universo envueltos en placer intenso e inolvidable.
Cuando las sensaciones empezaron a caer como caen las hojas de los árboles en otoño, abrazadas por el viento en delicado y suave vaivén, así caíamos en el desfallecimiento orgánico, relajados en la cama muda, en el lecho cómplice. Instantes pasaron, seguía yo observando aquel cuerpo con enamorados ojos, y en desplazamiento lento recorrí de nuevo los caminos a todo lo largo, acariciando con la mirada y manos delicadas, centímetro a centímetro hasta las suaves prominencias de sus caderas , para continuar hacia otras más altas, tiernas al tacto, aspirando profundo por la nariz aquel olor que se prologaba del momento apoteósico de dos que se habían amado.
Y así fue aquella noche, cuando de pronto me encontré en lugar desconocido, era una placita pequeña de mercado de pueblo pequeño, de calles empedradas, ubicado no sé donde…….era aquel lugar mezcla de lugares. Viandantes ofrecían sus productos, mientras caminaba anodino, observaba lo que se vendía alegremente.
Me detuve en un stand que ofrecía flores, eran llamativos los colores y diversas las flores ofrecidas. Mi vista se clavó en un lugar, ocupado únicamente por tulipanes, me acerqué para apreciarlos mejor. Tulipanes, flores milenarias, procedentes de Asia central y oriente, que huelen a nueces y que su elegancia las hace flor preferida de la primavera.
Quedé absorto sintiendo en mi estómago un malestar, -Algo debí de comer la noche anterior que no me ha sentado bien me dije -, pero no, era otra cosa.
Mi estómago estaba repleto de mariposas . Cuando vi aquella flor, el tulipán, la única entre todas que tenía ese color rojo encarnado, hermosa, grande, y con algunas gotitas de rocío sobre ella. Mi estomago iba a darme un disgusto, sentí que las mariposas se movían cada vez más intensamente dentro de mi barriga, quedé extasiado ante el tulipán rojo que veían mis ojos. Y de pronto, una mariposa de color rosa pastel con lunares marrones y violáceos en el borde alado, salió por mi boca y se posó en el tulipán que ocupaba mi atención.
Había mucha gente mirando, comprando, pero nadie parecía estar viendo lo que yo. Me quedé embobado, ignorando todo aquel gentío, y tras unos minutos, aquella mariposa que se transformaba, en múltiples colores y formas, en un espectáculo de luces, ante mis ojos aleteaba sobre el tulipán rojo.
En un momento se alejó del tulipán rojo y yo me sentí impulsado a seguirla, se detenía, observando si era seguida, luego proseguía su vuelo a media altura, yo la seguía con la vista, con mis pasos cada vez más ligeros, con mis carrerillas tras ella para no perderla, por aquellas calles antiguas, estrechas, desoladas. No había nadie en el trayecto, y allí estaba yo, como loco persiguiendo una mariposa que cambiaba su coloración a instantes, ella parecía conducirme a algún lugar, por un sendero hacia las afueras del pueblo.
Lo que vieron mis ojos, no puedo describirlo con justicia, tanta belleza a la luz del sol y cielo azul, todo esplendor en aquel campo coloreado por miles y miles de tulipanes, rojos, amarillos, blancos, verdes, azules, violetas, rosados, malvas, morados… Ordenados con exactitud matemática, grandes hileras de diferentes colores, tonos brillantes. Habían senderos estrechos entre un grupo y otro por los que se podía caminar, correr. El aire olía a nueces.
La Mariposa volaba, daba vueltas y vueltas, entre tulipanes de todos los colores imaginables, no estaban allí las 5000 especies, pero si eran muchas, y siempre se regresaba al grupo de tulipanes rojos, los más bellos de todos.
No percibí en el momento exacto en que bajo aquel cielo azul celeste, la mariposa se fue transformando en cada vuelta que daba, entre luminosidades, reflejos, burbujitas, multicolores, en una bella mujer, cuyas alas de mariposa, ahora blancas con pintitas rosas, violetas, dejó ante mi vista… y ¡ohhh! sorpresa mía, reconocí aquella figura, aquella cara, aquel cuerpo, aquellas manos, aquellos pies, una preciosidad con alas, naciendo de una mariposa de otro mundo.
Bella, inmaculada, angelical. Su cabello ondulado y rizos de los colores del oro, recogido en moño por detrás de su cabeza, centrada por una diadema de flores blancas y hojas verdes dejaba ver mejor con claridad su cara luminosa. Vestía ropa delicada de gasa y organza, blancos, inmaculados, casi transparencias, escotada por arriba que dejaba ver su piel Alba y principesca, caía el tejido como una cascada de agua en cámara lenta, desde su cintura ceñida, hacia unos tobillos y pies finos embellecidos con uñas decoradas en rojo rojo pasión.
Las alas que inicialmente pequeñitas, habían ido creciendo a cada vuelta y vuelta sobre el sendero y tulipanes, se movían lentamente, ella revoloteando entre los miles y miles de tulipanes. Yo siguiendo y siguiendo para acercarme sin poder conseguirlo. En un momento detuvo el vuelo, se poso cerca del césped, ya entonces, sus alas habían crecido muchísimo, la sobrepasaban en tamaño, de manera que aparecía como en un pesebre imbuida totalmente entre las alas, y sonriendo, feliz.
Hubo un fogonazo blanco…….las Alas habían caído, ahora era completamente humana, la mujer más linda que he visto en mi vida, la mirada más preciosa que se ha posado en mi, la sonrisa más feliz… estaba todo condensado en esa mujer que estaba delante y me sonreía.
Cuando me acercaba, ella seguía ahora moviéndose, levitando a ras del suelo entre los tulipanes, como las Diosas del Olimpo. Se complacía en pasar al borde de los tulipanes, acariciándolos con aquellas manos suaves y vestido al viento. Era toda una Diosa griega, Artemisa, Divina, Gracia y belleza del día, y aquel era el día..
Por fin, se dirigió hacia un molino que estaba al borde de aquel inmenso campo de tulipanes, Molino de viento, de paredes redondeadas, del tamaño unas dos veces y media el de una persona, con entrada en arco bordeada de flores, combinaba colores Azules y blancos, también finas ondulaciones rojizas. Una gran aspa de color madera daba vueltas en la parte alta de la construcción. Al llegar a la puerta, se detuvo un instante, entreabrió la puerta y entró decidida…
Yo seguí con ansiedad, la estaba perdiendo de vista, pero me calmé al llegar a la entrada y verla al fondo de aquel pasillo alfombrado con pétalos de flores miles, aquel pequeño molino, se había transformado en su interior en espacio alargado, semejante a los que acostumbran los templos a decorar para actos especiales.
A ambos lados del pasillo libre, sillas y sillas, pero no había gente, solo cerca del fondo donde ella permanecía, habían no más de 10 personas, vestidas con sus mejores ropas, sin que yo pudiera ver sus caras, borrosas como si todavía estuvieran sin terminar. Una mesa de manteles largos y blancos como la nieve, enormes copas plateadas y amarillas, grandes y dorados floreros, ropajes de oro y púrpura, decoraban los demás elementos del lugar.
Seguí, aquel pasillo hasta situarme a su lado, me arrodillé, algo dije, no lo recuerdo, me vio, sonrió y me hizo levantar, junto a ella cogidos de la mano.
Nos mirábamos y sonreíamos. Sentíamos el mundo entero a nuestros pies. Ya juntos, sin saber porqué, pero felices ambos, fue entonces, cuando se escucho el sonido que una bandada de palomas, hace al levantar el vuelo sobre nuestras cabezas, no sabíamos de donde salieron, cientos y cientos, de palomas blancas, sobrevolaban en la parte alta del techo de aquel lugar. Fueron desapareciendo poco a poco, menos tres de ellas.
Tres lindas aves blancas, sostenían con su pico, un collar en forma de corazón, formado por hilos de oro, piedras preciosas, esmeraldas, brillantes, rubíes, amatistas, gemas multicolores y un solo corazón rojo púrpura.
Las palomas sobrevolaron nuestras cabezas, y suavemente, ¡¡zassss!!, dejaron caer aquel hermoso símbolo en forma de corazón, sobre nosotros dos que permanecíamos de pies con manos entrelazadas , dejándonos unidos para siempre.
Fue allí cuando en pleno momento feliz, comenzó a desvanecerse la imagen, poco a poco……. Me di vuelta en la cama y estiré la mano para acariciar a mi amor, pero no sentí nada, eso me despertó del todo, y caí en la cuenta que no estaba, allí, en su lugar a mi lado, un hermoso, elegante, amoroso y solitario tulipán rojo.
Tic, tac, tac, tic, tic, tac…
Unos instantes después, escuché sonido de vehículos, la luz entraba con fuerza por la ventana, desperté bruscamente, eran las 8:45 de la mañana, de un día primaveral, debería estar trabajando en mi hospital
¡Salí corriendo como que me llevaba el diablo!
Huelva. 25-06-2020
RGG.
Derechos Reservados.
SECUESTRADA.
He sabido de una relación amorosa, que llegó al final.
El amor surgido en 1979, tuvo su luna de miel, y posteriormente como suele pasar, por desamor y machismo, se comenzó a tratar mal a la mujer, a la muchacha enamorada.
Aquella, por romanticismo, por darse otra oportunidad, por creer que se podría arreglar la relación, no abandonó, no cuestionó y asumió tristemente su papel de felpudo, fue mancillada, violada, tristemente sometida, a aquella degradación impuesta que la humillaba en continuidad, la iba destruyendo por dentro.
El tiempo pasa, y la mujer va sumando en su interior, zanganada, tras zanganada... llega el momento del hartazgo, se harta, ya no puede más, y se rebela el 19 de abril de 2018, sacando fuerzas de flaqueza, se levanta y enfrenta a su carcelero, por quien una vez hace mucho tiempo tuvo amor, ahora es todo lo contrario, una posesión maligna.
Comienza el camino de su liberación, le hierve la sangre ante las atrocidades que se ha cometido con ella, ya se siente fuerte para no seguir callando, y sale a liberarse totalmente, a caminar por el sendero de la libertad, aun sabiendo que el camino hacia esa libertad y justicia, está plagado de espinas y sufrimiento, porque su secuestrador y violador, no la dejará así como así, pero piensa que vale la pena porque ve allá adelante un estado de felicidad, luz en su horizonte. La mujer llamada Nicaragua tendrá que ser libre, merece a alguien que la quiera, que la ame de verdad. Lo obtendrá.
1) -19-Noviembre 2023. SHEYNNIS PALACIOS. Una Mujer Bella, inteligente, humilde y Preparada, Miss Universo 2023. Nicaragüense po...