A veces en no raras ocasiones suceden cosas sorprendentes, inesperadas en cualquier lugar, y en una consulta médica del seguro social también…
En el historial de la mujer se leía que tenía molestias digestivas que le dificultaban su diario vivir. Hablaba de pesadez tras las comidas, inflazón, distensión abdominal, dolor , inflamación de la barriga…con frecuencia la caca suelta.
-Por la mañana amanezco bonita, plana, sin barriga, decía con acento, pero ya por la tarde, así me pongo y estiraba los brazos en círculo hacia adelante… - Me siento apretada decía, a la vez que se sujetaba los costados-. Contó que le parecía tener una orquesta sinfónica dentro de su cuerpo. Creo que tengo estrés.
-Como una galletita de nada y ya tengo el estómago que no puedo- Le contó al doctor en la primera visita y por ello le habían solicitado unas pruebas y análisis.
Ahora estábamos en otro día, ya presente y los resultados, sería yo quien los diera ,cosas del seguridad social.
-¡Que pase la siguiente!- le indiqué a la enfermera colaboradora necesaria en consulta.
Y cruzó la puerta una mujer de media estatura, entró más luz en la estancia en aquel preciso momento, estilizada ella, vestía con color del cielo, de líneas rectas, cubierta casi por entera. Ví sus zapatillas de color plata, suaves como la tela de su vestido, que caía vaporosamente hasta los tobillos. Su cuerpo esbelto se adivinaba en libertad dentro de aquella especie de túnica sobria y elegante, sólo discretamente adornada por hilos blancos que dibujaban ramas y flores en los bordes. Los brazos cubiertos hasta las muñecas. Quedaban al aire unas manos finas, tatuadas con pequeñas flores, en tonos oscuros, casi negros. Las uñas sonrosadas no habían querido pintura, como tampoco lo quisieron esos labios finos perfectos que parecían dibujados, pero no. Cejas negras, parecía obra de pintor excelso. Su cuello al igual que su cabeza, cubierta por un pañuelo de color azul más intenso que el resto de ropaje, sólo dejaba al aire y a la vista una cara de belleza singular. Su rostro ocupaba todo su cuerpo, su rostro era ella.
Entró con dos que parecían idénticos, casi gemelos, no grandes no chicos, morenos, vivos e inteligentes, profundos, brillantes. Hablaron de cosas increíbles…. Eran pequeños sabios románticos que dejaron salir historias, por voluntad de llegar… zocos luminosos, especies de colores y olores diversos, calles ruidosas estrechas y laberínticas, arenas finas ocres calientes de día, frías por las noches, zarandeadas por el viento que modelaba sus formas. Hablaron del sol duro quemante, de días calurosos a extremos, de soles debilitados con increíbles puestas. De atardeceres frescos, amaneceres de encanto. De cantos, quejidos, risas y alegrías brotando de flautas y laudes, de castillos y de príncipe azul. De palmeras, oasis, muchedumbres y soledades . Noches negras estrelladas. Había en ellos una especie de hechizo que fluía directo al objetivo…silencios que hablaron... No se interrumpían, se complementaban y adivinaban al decir, de gentes en desiertos, de camellos como sombras sobre la cúspide de dunas inagotables.
Increíble lo que sabían, para su tamaño . Era imposible quitar la atención de aquellos dos, magnetizaban, encadenaban… Me paralizaron todo movimiento y todos mis sentidos eran para ellos. Nos estábamos entendiendo…. era como un arrullo suave a mis oídos, como el agua que fluye en arroyo estrecho y poco profundo…
La voz de la mujer se oía en segundo plano, allá en el fondo….ininteligible para mí. Ellos seguían turnados mencionando montañas, noches, estrellas, lunas plateadas y redondas.
En cierto momento percibí que yo estaba allí para dar respuesta a la paciente y tras esfuerzo grande, pude romper el embrujo.
Volví mi atención a la mujer risueña frente a mí.Le expliqué cómo habían salido las pruebas y que todos sus males eran provocados por un ´"Déficit de Lactasa Intestinal”, una sustancia que ayuda a absorber la lactosa, lácteos, derivados y otros alimentos que la contienen,. que todo desaparecería con sólo dejar de ingerir leche y derivados, ella sonrió aliviada.
-¿De verdad que sólo tengo que dejar de tomar esos alimentos y se me quitará? preguntó.
-Si.- le contesté… sonrió.
-Te creo, tú eres bueno, gracias, muchas gracias…
-Fatiha y sus ojos , se levantaron lentamente y se despidieron con muestras de satisfacción y agradecimiento, nunca mas volvió.
Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.
RGG
Sevilla. 30 de abril 2016.