![]() |
Dr. Juan Montes González . q.d.ep. |
VISITA MÉDICA CON UN GRAN MÉDICO MATAGALPINO.
No habían
llegado los años 70, el muchacho de unos 9 años, se tuvo que despertar y salir
corriendo a buscar al Doctor. Un
campesino chiquito morenito , sudado y respiración acelerada, acababa de llegar
al centro médico quirúrgico, por ese tiempo no se disponía en la clínica recién
abierta de teléfono.
Su mujer se había quedado en el rancho sola, tendida
en un camastro. El Doctor apresurado se vistió
y en el carro blanco de la época todavía más pasada, como un lanchón se
desplazo a recoger al hombre pequeño que
nos esperaba, e iniciamos el camino a
donde la paciente que grave, preocupaba a su hombre. Éste tras contarle al médico, guardó silencio hasta llegar al lugar. ..
Debía ser cerca de Matagalpa porque no tardamos en llegar al monte,
recuerdo, si, que había bastante neblina,
espesa, y la carretera de tierra apenas
se vislumbraba, yo sentí un hueco en estómago ante el paisaje.
Parqueó a la
orilla del camino , y nos adentramos un
poco en el monte. Él, con autoridad y
cara bondadosa, blanca la guayabera, blanco el pantalón, zapatos negros, caminó
detrás del hombrecito, y detrás el
muchacho observador que cargaba el maletín negro grande para su tamaño. A unos
75 metros el ranchito que servía de
hogar, tablas sin recortar e irregulares se juntaban verticales haciendo pared, el techo era de paja o algo parecido, no
recuerdo… a las 4:30-5 de la mañana,
fuera había un fresquito helado, así que cuando entramos en la casa con suelo
de tierra negra se sintió rico.
No había
luz eléctrica, una lámpara de kerosene iluminaba como podía la estancia, una mujer se
quejaba detrás de una cortina de tela
vieja floreada. Un tablón que hacía de mesa sostenida por cuatro patas en el centro del salón y
toda la casa que era como un cuarto grande.
Habló el
médico con el señor chiquito, este lo guió tras las cortinas floreadas. Alguien se quejaba detrás. El médico con su fonendoscopio sacado del
maletín negro, entró. Yo no entré, ni debía… me senté en una pata de gallina, y al rato
salió el doctor, se sentó y se puso a
escribir sobre aquella mesa pobre, yo lo oía hablar y dar indicaciones… hubo un momento en que se quedaron viendo ambos…
el doctor volvió la mirada hacia la
cortina, se escuchaba el quejido suave de la mujer, yo no la veía, pero la oía
bien. Volvió a entrar, le puso una
inyección que llevaba en el maletín negro…
Salió y se buscó en el bolsillo trasero una
billetera, sacó un billete grande, lo puso sobre la tabla mesa, y con cariño y
amabilidad se despidió, diciendo que volvería a verla por la mañana siguiente.
Yo cogí de nuevo el maletín ya completo y
volvimos al lanchón blanco que nos condujo a Matagalpa.
El médico de
esta historia real, una de las tantas, era el Dr. Juan Montes González, fundador de
la primera clínica privada que se creó en Matagalpa y a mucho orgullo tío mío, responsable de que yo hoy sea también
médico.
Dr. Roberto González G.
Médico Gastroenterólogo.
Huelva-España. 11-10-2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario. No se responden a comentarios en este blog, que intenta recoger opiniones o puntos de vista sobre el tema en concreto. para otra cuestión, plantearla previa identificación en robertogonzalezg7.@gmail.com