domingo, 13 de diciembre de 2009

ASUNTO DE FE Y ...Cuento de Médico.



Este verano, a mi paso por Miami, he vuelto a ver a Ángela Rosa, amiga, y persona entrañable. le guardo gran respeto y cariño.

Hace ya bastante tiempo, más de 12 años, tuve oportunidad de apreciar un inmenso gesto de amor, protagonizado por ella. Ángela Rosa, que por entonces contaría con unos 65 años, esta señora Humilde, buena, trabajadora, padecía una enfermedad muy común. Alcoholismo crónico. Se lo había bebido todo, hasta lo que no está en los escritos. De tal manera que ya estaba en las profundidades de un abismo, en un viaje sin retorno. – ahora ha demostrado que si hay retorno-.
-De pronto, un día cualquiera un familiar sufre un Accidente mecánico, un camión-furgón le cae encima al infortunado sobrino. Hombre que rondaría los 40ª, y de resultas de esto, no se sabe si va a vivir o no, si le amputan la pierna o no, queda en silla de ruedas para toda la vida o en una cama, el asunto es gravísimo.

La noticia le sorprendió a Ángela Rosa, en su estado natural por esa época, es decir completamente ebria y soñando en ese mundo ilusorio unipersonal producido por el alcohol.

Aquella mujer acostumbrada al combate con la vida, tenía y tiene un corazón enorme. Nadie hubiera pensado que aquel cuerpo tirado en el suelo y desvariando, pudiera producir algo bueno. Pero de pronto, de aquel cuerpo, abandonado, empezó a brotar un corazón que iba creciendo, creciendo hasta que se hizo enorme, mayor que el cuerpo que lo albergaba, y con el solo corazón, aclaró el cerebro y sin pensarlo 2 veces, en medio de aquella borrachera, se incorporó, se arrodilló ante su Dios y le habló. Le pidió que salvara a su sobrino, mejor dicho a su hijo, pues sé que su amor por él, es amor de madre. Imaginen Uds. El sufrimiento de esta mujer que incluso intoxicada por el alcohol, estaba sabiendo que su sobrino podría morir o quedar inválido para toda la vida.
Solo se vio entonces, el corazón repleto de amor y cariño para dar. transformando aquella mujer en un Ángel intermediario y salvador. Me la imagino, Ángela Rosa, levantándose del suelo, y arrodillada hablándole a su Dios.
Pidió con sinceridad infinita, con fe ciega y total a su Dios. ¡Que no permitiera que le pasara nada malo a su sobrino-Hijo! , -ya había sucedido y estaba gravísima la situación-. Pidió a su padre eterno, y le prometió que ella, no volvería a tomar un trago de alcohol mientras viviera.
Aquí la grandeza del ser humano, aquí la grandeza del amor.

El alcoholismo es una enfermedad seria, y compleja, difícil de salir por si solo.

Comprendí que, esa fuerza, sale del Amor, sale de la Fe en Dios.
Su sobrino, salió del hospital tras muchos meses de múltiples operaciones, rehabilitaciones, sufrimientos, dudas, incertidumbres, etc. Pero salió vivo y sin mutilaciones, y tras largo y dolorosos esfuerzos y disciplina volvió a ponerse de pie, volvió a caminar y siguió mejorando con los años de rehabilitación.
Pero lo que quería aquí recordar y subrayar, es el gesto de Amor, de Ángela Rosa, no valía cualquier promesa, ella no lo pensó, prometió lo mas difícil que ella podría prometer, y Dios le cumplió, y ella también le ha cumplido a Dios, porque ella desde aquellas fechas, no ha vuelto a tomar ni una sola gota de Alcohol. Me la he encontrado en Miami, la he saludado, es una mujer buena, una mujer, que ya ha se ha jubilado, pero sigue fuerte como un roble, todavía energética, dinámica, positiva, con buen humor, alegre y alegra. Con 76 años, hoy sigue sin beber, y se levanta todos los días a las 5 de la madrugada para, tras agradecer a Dios por un día mas de vida, irse a caminar por 10kilometros diariamente, llueva, truene o relampaguee. Se encuentra bien. Dios la ha bendecido dándole más y más salud.
Ella nunca habla de su promesa, ella solo refleja en su cara felicidad al ver al sobrino, completo y caminando por si solo.

No beber para un alcohólico es una lucha titánica que debe mantener, no por un día ni dos, sino por toda la vida.Ella lleva ya mas de 12 años, y seguirá no me cabe duda, hasta su muerte, porque es una mujer de palabra, porque es una mujer con Fe y es una mujer con mucho amor en su corazón.

Quería contar esto aquí, quería resaltar el gesto, la lucha, el amor infinito que llevó a esta señora a aquella acción.

Hace poco pasé por Miami, y la saludé, la vi como siempre jovial, saludable y algún chiste me contó, reímos y sonreímos juntos. Yo me alegré de conocer y saludar a un ser humano de tan grande dimensión. Seguro que Dios la tendrá aquí mucho tiempo para ejemplo, y le reserva un buen lugarcito allá en el cielo.

Un gran abrazo Ángela Rosa.

domingo, 8 de marzo de 2009

PROFESIONAL DE VALÍA.Opinión


Hoy les voy a escribir sobre una persona, además sin su conocimiento, sin su permiso, una Profesional de valía.

No deberíamos esperar a que alguien se jubile o fallezca, para mencionar los rasgos positivos de las personas que conocemos.
Esta página se que es leída por distintos grupos, la leen pacientes y no pacientes, profesionales de la medicina, y no médicos, amigos, amigas, en fin cualquiera.

A comienzos del verano pasado, en Huelva, Hospital Juan Ramón Jiménez, en nuestro servicio de Aparato Digestivo, teníamos necesidad imperiosa de un especialista, que pudiera cubrirnos una vacante transitoria. El problema es que no había en bolsa ninguno que estuviera dispuesto, pero casi en el último momento, apareció un nombre. La Dra. Beatriz Benítez Rodríguez, una mujer joven, yo diría que no pasa de los 30 años, que había terminado su especialidad.
Se daba la circunstancia que a esta persona había que esperarla un poquito, para poder contar con ella, ya que acababa de recibir un tratamiento con Iodo radioactivo, como parte final de tratamiento, pues no hacía mucho había sido diagnosticada y tratada de un Cáncer de Tiroides.
Antes de su llegada, llegaron algunas noticias no positivas sobre la que sería nuestra compañera por unos meses, vertidas a la ligera.
Cuando compareció ante nosotros- nuestro servicio-, pude comprobar que las noticias previas eran infundadas, y percibí que estábamos ante una persona de gran estatura humana, no vi a ninguna víctima de tragedia reciente, vía a una joven, alegre, entusiasta, sabiendo estar, y con un espíritu alegre, positivo, contagioso, fácilmente uno se dejaba invadir por su jovialidad. Me alegré y me alegré mucho, porque supe que lo que estaba percibiendo no coincidía en absoluto con opiniones apresuradas, sin fundamento, previas a su presencia entre nosotros.
Pasaron los días, y aquella impresión inicial, se reforzó con los hechos diarios, cotidianos, durante todo el verano. - El camino se realiza Caminando-. En ningún momento percibí que su drama personal apareciera por algún lado. Tuve oportunidad de comprobar con discreción su profesionalidad , y su buen hacer médico, pero lo que me atrajo mas, no fue su competencia especializada, que la tiene, sino su buen hacer con el paciente desde una relación cercana, humanizada, de la que tanto carecemos en general en los hospitales, su paciencia y su disposición permanente, fueron características en su trabajar diario. Su Personalidad producía en todo aquel que la conocía, una especial buena disposición, trabajar a su lado, producía una sensación no de trabajo, si de placer en la ejecución de nuestros deberes profesionales. Así fue un día, y otro y otro, y así sigue siendo con quienes ahora la rodean. Sus características humanas, fue lo que hizo que trascendiera y me sintiera no ya, compañero , sino amigo, amigo no ciego.
Y eso me impulsa a escribir esto, no para alabar, sino porque creo que es interesante, que conozcamos mejor a las personas si podemos y si mi opinión personal ayuda, porque no? –Acaso no se piden referencias, cuando uno quiere ir a un buen médico, o ver a una persona X?-.los pacientes que me lean, y los compañeros que curioseen por aquí, estarán de acuerdo o quizás algunos no, pero seguro que serán muy poquitos. Mi Percepción hasta ahora es que allá por donde ha ido ha dejado una buena imagen, una buena impresión y la aprecian.

Seguramente a ella, no le guste lo que estoy haciendo, pero no me importa, asumo la responsabilidad de sacar mis palabras a la luz de mi blog.

Terminó el contrato, y se tuvo que marchar. Sinceramente la echamos mucho de menos, y me atrevo a aventurar que la mayoría de nuestro servicio, quedó satisfecho de esta gran compañera. Pero tuvimos suerte, no se nos fue para siempre, consiguió quedarse trabajando en el servicio de urgencia del mismo Hospital Juan Ramón Jiménez.
(Muchos de los que han acudido al servicio de Urgencias, recordará a esta Doctora.) Esperando alguna oportunidad en el tiempo, para volver a realizar lo que ella sabe, que es ejercer como Gastroenteróloga, si fuera posible en el mismo Hospital, no sabemos si eso se dará alguna vez, yo personalmente espero que si, todos nos alegraremos y sobretodo los muchos pacientes que tuvo oportunidad de tratar. Yo confío en que en algún momento volverá.
Pienso que en esta época tan difícil de vida, no debe uno perder a personas con valores, y profesionales cualificados, que ambas cosas es la Dra. Benítez. – BEA.
Huelva. 06/03/2009.
Dr. Roberto Gonzalez Gutiérrez.
Médico Especialista en Aparato Digestivo.
Endoscopia-Ecografía Digestiva.

jueves, 5 de febrero de 2009

UN SUEÑO. Cuento de Médico.




Tras un paréntesis de varios meses, he vuelto a desempeñarme en un sector del Hospital que llamamos, sala de pacientes ingresados o bien Hospitalización. Allí atendemos a pacientes que requieren permanecer en el hospital porque necesitan de elementos y condiciones que solo dentro del hospital se pueden proporcionar.

Tengo que decir que me he llevado un desengaño al volver. Pensaba que algunas cosas respecto al trabajo, y atención de los pacientes habría mejorado, y que sería agradable volver a esta modalidad de mi trabajo hospitalario como médico. Pero no seguiré contando, mejor les cuento un sueño que he tenido.

He soñado, que comenzaba mi trabajo a las 8:30 de la mañana, sin haber tenido ningún problema para aparcar, llegué a la hora justa, sin contratiempo, para el comienzo de la sesión clínica de todos los días.(Esto forma parte del trabajo médico) nos reunimos, comentamos los casos interesantes, planteamos las dificultades de uno u otro paciente con su diagnóstico, tratamiento etc., etc., y no lo desperdiciamos en otros temas, hemos tenido tiempo suficiente para ello, hemos realizado docencia, porque en nuestro hospital y nuestro servicio tiene adscritos Médicos en Formación (Medico Interno Residente ) y por tanto nos ocupamos de ello.

9:30 AM, hoy me tocan 12 pacientes, pero podrían haber sido 14, según los ingresos, algunas veces, muy pocas, alguno menos. Pero hoy son 12, y hay tiempo para cada uno.

He llegado al control de Enfermería, he visto que las historias están en su sitio, que previamente una Administrativa, se ha encargado de ordenar las historias, dotarla de las hojas reglamentarias de analítica, evolución , tratamiento etc. Reclamar la historia antigua, para que no falte información a la hora de evaluar.

He tenido tiempo de comentar con el residente, medico en formación, las singularidades del caso, hemos visto los estudios radiográficos, hemos comprobado las gráficas, todo estaba anotado por la auxiliar y enfermera correspondiente, no como otras veces. Vimos, escuchamos y tratamos al paciente.
No hemos tenido que esperar una hora u hora y media, para que trasladen al enfermo a realizarse una Rx de tórax que era imprescindible urgente.

Posteriormente recibimos puntualmente la analítica solicitada con anterioridad, el servicio de mensajería interno necesario mientras no esté completamente informatizado y dispongamos de terminales en todos los puntos, funciona bien, bien.
Pudimos entonces, prescribir el tratamiento correspondiente, evolucionamos-anotamos las incidencias con el pacientes de las últimas horas-.
La Inter consulta que cursamos ayer, para el paciente del 3-1 a otra especialidad, ha sido respondida puntualmente sin tener que ir a buscar al médico personalmente, nos han dejado toda la información y respuestas demandadas.
Todo en orden y en su tiempo.

Pudimos informar adecuadamente a los familiares, en hora y momentos adecuados.
El alta prevista para el paciente del 3-2, la hemos realizado sin contratiempo, y esta vez sin esperar a que el administrativo terminara otras tareas que también le competen, no hemos tenido pues que tomar su lugar, para salir airosamente durante la mañana. La solicitud de la Ambulancia fue cursada con rapidez, y acudió puntualmente en el horario previsto.

Así fue progresando la mañana hasta las 3 de la tarde que acabo mi jornada, pero estoy pensando que el paciente de la cama 3-4, tiene un problema de salud que requiere que yo dedique esta tarde a revisar el caso y bibliografía al respecto. Son las 3 de la tarde, me ha dado tiempo suficiente para ver a todos mis pacientes y no me ha quedado nada por hacer-Dios Gracias-Nada de impotencia, nada de estrés.

Todo estaba en su lugar y disponíamos del tiempo necesario, no nos hizo falta ningún elemento para el trabajo global en equipo. Nadie, ninguno, de los que trabajamos en esta planta, se quejó de nada, nadie está sobrecargado de trabajo, todo ha funcionado y hemos podido, todos, hacer un trabajo con calidad y con humanidad.
Durante el sueño, de vuelta a casa, reflexiono, y comprendo porqué, las encuestas de satisfacción que realiza nuestro sistema de salud, -A los usuarios, como les llaman. Yo prefiero seguir llamándole Pacientes, por partida doble-. Siempre den positivo, es decir que los pacientes respondan que están contentos con el servicio ofrecido, con las dieta recibidas, con el trato por parte del personal medico y no médico, etc.

Bueno, amigos, ahora me voy a trabajar, esto fue un sueño.

Los intentos de cambio, siempre rebotan, al final, una frase horrible: ¡Esto es lo que hay!
¡Y en época de crisis ya sabemos!

Terminaré estas notas, siendo positivo y pensando que cualquier día de estos el sistema de Salud, nos encuestará para conocer el grado de satisfacción de sus trabajadores especiales para un trabajo especial, y quizás de esa información surja algo positivo para la globalidad del sistema salud al que pertenecemos.

lunes, 5 de enero de 2009

MEDICO NOVEL.Cuento de Médico.


                      LA NOVATADA

Linda ciudad de Sevilla se despertaba al 1985, mientras me estrenaba con mi primera Guardia en las Urgencias del gran hospital donde luego me hice gastroenterólogo.
El día había transcurrido sin muchos sobresaltos y las dificultades se solucionaban con ayuda de los compañeros médicos más experimentados con quienes me tocó el turno. Por aquel entonces el ingreso de pacientes al servicio de Urgencias se hacia desde el mismo borde de la acera, y a través de una amplia puerta abatible, seguida de un corto y ancho pasillo que desembocaba en la zona de consultas de urgencias hasta 7, y una Sala de Paradas.
Nada especial había sucedido, el pequeño frío interior de saberse nuevo, la inexperiencia y la torpeza propia de todo iniciado había hecho que mi ansiedad crecida me inquietara en demasía, pero luego fue mermando al caminar de las horas, mis cuentas me daban casi las 10 de la noche. ¡Me animaba! ¡Mi seguridad había mejorado durante todo el día! Ya era más médico que el día anterior. Había enfrentado y resueltos los casos. De ahora en adelante todo sería mas tranquilo y seguro.
El tiempo iba frenado, sentía paz y tranquilidad rara. Parte del equipo se marchó a cenar ante la poca demanda de la hora, nos quedamos muy pocos para el siguiente turno.

De pronto en el intercomunicador de la consulta, oigo  “¡LLAMADA PARA UN MEDICO!” La voz repite el mensaje con más apremio, me muevo sin entusiasmo y buscando algún médico con la mirada... me doy cuenta que estoy solo, que el médico que debe atender la llamada soy yo.
De nuevo cosquilleo interior, me acerco sin ganas, la Srta. enfermera con el teléfono en mano, me lo alarga con cara comprensiva. -Es del jefe de Guardia de Traumatología me dice-. Al otro lado del hilo telefónico, una voz clara, cordial, pero con autoridad, me cuenta un caso, oigo todo  pero me doy cuenta solo de parte de lo que dice, me vuelve el frío interior, respondo que si, que si, que la envíe, y de repente ya ha colgado.

Me entra angustia que disimulo lo mejor que puedo, ya no tengo hambre, solo quiero ver a alguno de mis compañeros, pregunto, me dicen que están cenando, pero que el Dr. Tal, ha ido un momentito a una planta y volverá en un par de minutos,- me alivia-. 
Los segundos se hacen eternos y todavía no aparece nadie. Camino despacio entre personal auxiliar, mi imaginación me hace notar que se fijan en mí, en mi cara, en mis movimientos.. ¡YA ESTÁ AQUÍ!!!  ¡YA ESTÁ AQUÍ!!!   Oigo un grito, a la par que el ulular escandaloso de una ambulancia anunciando cosa grave y que veloz se aparca al borde de la acera. Mientras, ya se han acercado a la puerta de la ambulancia, celadores, auxiliar, enfermera… para colaborar…….. Me asomo con discreción, una camilla con una mujer inconsciente, cabeza vendada, convulsionando, viene a toda velocidad directamente hacia mí. Rodeando la camilla, apuraba el paso el marido, agitado, angustiado, casi al borde del llanto. Percibe que soy el médico que atenderá a su querida esposa, me coge por la solapa de la bata blanca, blanquísima, pidiéndome, urgiéndome, ¡DOCTOR HAGA ALGO! ¡SALVELA! ¡NO SE QUE SOY CAPAZ DE HACER SI LE PASA ALGO, ESTÁ EN SUS MANOS!

La mujer parece estar yéndose a chorro de este mundo. Mi tensión es máxima, el corazón parece saltarse fuera de mi pecho, mi boca está seca, siento una lija gruesa como lengua, trago saliva con dificultad, sin embargo me permite apenas indicarles, -que la metan en la sala de paradas-. Todavía no veo a nadie de mis compañeros. Pregunto ¿y mis compañeros?. me dicen que ya se ha avisado. Están de camino. El alboroto es tal, que haciendo de tripas corazón, entro…
Todos esperan mis órdenes. ¡HAGA ALGO DOCTOR! ¡QUE NO SE MUERA DOCTOR!
Acomodada en la camilla ancha, la cabeza vendada y algún punto de sangre entre vendas. Un tubo de plástico sale por la boca, comunicando con una bola negra como un coco de grande, pero de goma, -Ambu, le decimos-. Un compañero agitado apretaba la bola negra, insuflando vida a la pobre mujer.
Está en coma, no tiene sensibilidad, no responde. Vuelve a convulsionar, salta en la camilla formando casi un arco perfecto. Alguien mantiene un bote de suero con la mano en alto, otro se afana con un brazo para cogerle una buena vía venosa -esto es fundamental en casos críticos-. El aparato –Electrocardiógrafo- que marca los latidos cardíacos está colocándose, pip-pip-pipip-pipppp suena con urgencia. La respiración es pausada. a mi me parece muy lenta, alguien dice que se está parando. ¡El DESFIBRILADOR! grita otro.
EL color de la paciente no es malo, pero la cabeza vendada impresiona, y  las convulsiones no cesan, parece que se va a partir en dos. Pónganle un Valium 10 mg IV, -eso si lo sabía, que cuando uno convulsiona se le pone un relajante y el Valium es el mejor y si no cede, otro-. 
¡Dr. González! ya le hemos puesto … ¿Y ahora y ahora?...
El electrocardiógrafo conectado a su pecho, indica cosas raras que no interpreto adecuadamente. Ven en mí, algo grave, porque una enfermera intenta ayudarme, me dice que tiene una FA y va rápido, ¡espere! la respiración es cada vez menos profunda mas lenta y superficial, me acerco, la toco, está bien de temperatura, tomo el pulso pero no lo tomo. Observo a la paciente, mientras en mi interior rezo a Dios para que aparezca alguien.
Y me oyó el señor pues aparece Jose María, Cardiólogo. ¡Que suerte! entra, ¿que pasa Roberto? Le cuento lo que puedo y vertiginosamente con ademanes, rápidos y seguros se pone al lado de la mujer que se iba de este mundo, manipula los mandos del aparato, que no observo, y oigo decir, se está parando, ¡PARADAAAAA!
La puerta de la sala de paradas se abre con violencia, es el marido, hijas, y hermanos de la bendita señora que yacía en esa camilla, quieren entrar, gritan, lloran, gritan ¡SALVENLA! ¡SALVENLA! ¡DOCTOR!, que no se muera porque sino, no sé de que soy capaz. Estamos en ello, ¡No se preocupen!, salgan un momento, salgan... logro que desalojen la sala y ya yo soy un medio muerto, siento que debo tener un aspecto terrible, cierro la puerta, dirijo mi mirada nuevamente hacia la paciente. Habían cesado los movimientos extraordinarios Y de pronto…

¡No podía dar crédito a lo que estaba viendo! ¡No podía ser! ¡No es posible! ¡No es verdad!
Adivino, intuyo, una incipiente sonrisa en aquella mujer que llevaba allí pocos minutos debatiéndose entre la vida y la muerte.
Empiezo a recuperar tono, la vida vuelve a mí, la sangre fluye y da calor, me giro dando la espalda a la paciente y al grupo que había colaborado conmigo hasta ese momento dentro de la sala, cuando al abrir la puerta …
¡Allí! Allí estaban todos, todos, Médicos, enfermeros, celadores, administrativas, conductor de la ambulancia, familiares de la paciente y hasta el Jefe de Traumatología que me había solicitado el traslado de la paciente grave.  Amplias sonrisas, aplausos, carcajadas, abrazos, palmaditas en el hombro...  ¡Yo no oía nada, silencio!!! ¡Silencio! 

La cara que mostraba el Dr. González, Médico novel, no la cuento, lo dejo para que Uds. la imaginen.

En total no habían pasado más de 20 minutos.

PD: Un rato después volví, para felicitar a aquel gran equipo. Nos abrazamos y el más fuerte fue para la paciente, mi amiga Mariangeles de Quirófano del Hospital Virgen del Rocío.

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