jueves, 13 de abril de 2017

PAJARITO.- Cuentos de Médico.


Era tiempo de dictadura en el país central de América, cuando finalizó aquella historia, el hombre fuerte en aquellos entonces, era un tal Tacho, yo nunca lo vi.   
La ciudad del Norte, bella, de clima inigualable, en un hoyo rodeada de cerros verdes, quizás daba cobijo a unas  35,000 almas de todo pelaje. 

El Progreso, nombre irónico para barrio grande de gente humilde, trabajadora, calles sin asfaltar.  En  algún punto se situaba la calle ancha, de tierra, donde una docena de chavalos nos reuníamos con frecuencia por las tardes lentas, a jugar a la bola de hule,  o platicar  bandidencias…aparecía uno, otro y  otro y de repente estábamos todos para el juego en mitad de la calle. 

 A unos 70 metros, una esquina con casa verde, dos amplias puertas abiertas a la calle. Dentro la tienda mal surtida…  - dos o tres tinajas de barro, frutas en canasto, naranjas, limones, mangos, bananos amarillos,  pintos.     En el mostrador, cuerpo de la tienda, en grandes frasco de cristal,  galletas, biscotelas, polvorones, besos, coyolitos, lecheburras, gofios… todas golosinas propias del pueblo.      En sacos macen medio llenos, remangados por los bordes,  frijoles , arroz,  Maíz.   Pinolillo suelto al peso y en bola,-machos, le llamaban a las bolas comprimidas de pinol con cacao.-.  Una refrigeradora grande solitaria enfrente, una toallita limpia colgando del manillar.  Un gran espacio silencioso siempre con suelo brillante, ocupado por tan  poco mercadería, daba sensación de desangelado.  

Generalmente, dos viejitos atendían las pocas ventas.  A veces, estaban los dos, siempre serios, mal carácter,  reñían a los chavalos que entraban a veletear sin comprar nada,  si uno quería algo y se quedaba dudando, le decían : “si no va a comprar nada,  ¡Váyase! ¡chavalo vago!”.   Eran ancianos mal encarados y  secos, él, medio calvo y el poco pelo que tenía pegado a su cráneo  era blanco amarillento, igual que su bigote, no usaba anteojos, Ella, menudita, morena con pintitas moteadas sobre el moreno, mantenía un pelo negro, negrísimo teñido. No se relacionaban con nadie, su vida era abrir por la mañana y cerrar al finalizar la tarde.  

Mi tía me contó que no siempre fueron así… se volvieron así,  desde lo que le pasó a la única hija… María de los Ángeles, muy bonita, había muerto de pena me contó mi tía.  

Angelita, como le decían, vivía justo al lado de aquella casa grande verde selva.  Una puerta pequeña y una ventana con cortinas era la fachada.  Siempre permanecía cerrada, salvo pequeños ratos vespertinos en que María de los ángeles se quedaba en la puerta, a ver pasar gente.

Aquellos ratitos de tarde, fue una ventanita por la que se coló, ese estado que hace que los seres humanos tengan la sensación de estar en el paraíso.  Cupido la flechó de amor y el  hombre casado bandido la preñó.  El fruto de aquel desliz nacería nueve meses después, pero sus desdichas comenzaron desde la concepción, el Don Juan desapareció y los padres de la abandonada, tras gran sorpresa, decepción e ira, que los acompañó hasta el final, la recluyeron como apestada.  La vergüenza, los hacía sentirse señalados en el barrio.  La embarazada comenzó a aumentar su barriga que nadie vio y la depresión se adueñó de su ser, muriendo poco tiempo después de dar a luz a un niño sano,moreno y gordito.  Ni esto salvo a la infortunada, de la melancolía que finalmente la hizo marcharse de este mundo.  

Los ancianos padres no lograron superar aquella insensatez de la hija y vivieron muertos en vida el resto del tiempo que Dios les dio. Se les agrió el carácter para siempre, ni siquiera el bebé logró cambiar aquello.

Los ojos siempre atentos del vecindario no supieron cuando sucedió el nacimiento y cuanto transcurrió entre esto y la muerte de la infortunada muchacha.   Un día, todos la  acompañaron al cementerio.  Unos dicen que fue como consecuencia del parto, otros que de tristeza, los románticos preferían creer que fue de amor.

El tiempo que todo lo acalla, pasó y el vecindario con pena se acostumbró a ver de cuando en cuando a un niño hermoso que iba creciendo  con rapidez sentadito, quietecito,  ante la mirada de los abuelos en aquella tienda de alimentación, o correteando siempre cerca de ellos.  Ésto enternecía a las lenguas viperinas que sin despellejar a los abuelos, le hacían carantoñas al chico. 

Pasado ya tiempo,  los chavalos vagos del barrio, armábamos peloteras, con chistes, apuestas  de algunos centavos en los juegos en la calle sin pavimentar como todas las del barrio.  Esa casa misteriosa de puerta siempre cerrada durante años, despertaba una morbosa atracción.  El  pasar, asomarse calladito, intentando meter los ojos por donde fuera,  a ver si sorprendían algo, era casi ritual.    
Un día fue noticia entre la chavalería, que uno había pasado por esa casa y lo contó, había oído el canto de un pajarito, era algo extraordinario,  oír  un pajarito en donde todo había sido solo silencio… Y  ya todos fueron pasando de cuando en cuando, comprobando que efectivamente había canto de Pajarito, pero el trinar melancólico se detenía, cuando alguien  se quedaba quieto junto a la ventana para husmear… Se alejaba uno de la ventana y la melodía volvía a sonar…. Aquello era misterioso, como si el pajarito percibiera nuestra cercanía y no deseara que lo oyéramos cantar.   El  tiempo pasaba  y aquello terminó por no causar ya expectación al no poder averiguarse el misterio. 

La chavalería crecía y en una tarde de juegos, teminamos aburridos sentados sobre la acera, hablando de cosas importantes, uno de los compañeros se marchaba a su casa… se levantó y se alejaba caminando como cansado… Fue entonces cuando ya el muchacho separado del grupo unos 30 metros, escuchamos el mismo  trinar del pajarito que no se dejó descubrir cuando todos lo intentamos al pasar al lado de la ventana y puerta misteriosa.  Todos nos quedamos con los ojos pelados, abiertos como platos, y a coro alto se oyó un  "¡Oéée, oééé oééé!",   levantándonos corrimos tras él, al mismo tiempo que el chavalo echaba a correr huyendo de la pandilla, y silvando entró a casa de sus abuelos.  

Desde aquel día Venancio, quedó para siempre con el sobrenombre de pajarito. Él se había criado con los dos viejitos, que lo trataban con normalidad pero sin cariño, quizás por ser recuerdo vivo de una desgracia de tiempos pasados, insuperable. 

Las tardes nuestras eran alegres, y bullangueras, se convirtió el Venancio en líder dentro de grupo, era fuerte, moreno de brazos anchos, se peinaba para atrás y con brillantina, y no sé como se jalaba  el pelo con el  peine y haciendo un pequeño giro formaba un colocho que quedaba colgando sobre su frente.  Y se miraba guapo, es un robacorazón decía, nadie podía opinar otra cosa.
  
El tiempo transcurría, lento si, pero pasaba, y miramos a Pajarito en el colegio, en los billares, en las calles, bueno el chico, con grueso de gente gruesa, siempre bien peinado,  tenía una forma de mirar de hombre duro, y una forma de caminar de hombre tranquilo y ganador.  Dentro del grupo, se enorgullecía de la pericia que había conseguido con el billar y con los naipes, luego pasó a los dados en tugurios que ya frecuentaba como casa.  En una ocasión le pregunté:
-¿Oye Venancio, y vos sabes jugar bien al poker?  
—¡Preguntale a tu abuelo que siempre anda por aquí, preguntale si Venancio sabe jugar al poker, preguntale!.  Eso decía mientras estiraba la barbilla hacia arriba y afilaba el pico, orgulloso. 
-Mi abuelo era un buen jugador de poker y le había dado el visto bueno.   Lo veíamos también venir del instituto siempre tarde y después del billar, con algún libro amarrado con una corbata y balanceándolo al caminar…
Dejo de ir al instituto y ya, sólo lo veíamos en  la calle, en el cine, en los billares, salas de dados, y también rajando leña en la calle frente a la ventecita  de los abuelos.

En una ocasión me lo encontré en los billares del barrio, billares de don Pancho,   estuvimos jugando largo rato, siempre me ganaba,  era buen jugador .  
Era tiempo en que pajarito ya andaba enamorado, enamorado de una que había llegado nueva a la casa donde la Reina, tugurio en esquina rosada allá en el centro de Guanuca , barrio populoso de gente humilde, y también de mala fama por cantinas, prostitutas, gente pendenciera. era el barrio que allá no mas decían “Donde la vida no vale nada”  la  zona roja.

Pajarito llevaba ya muchos días enamorado y correspondido con la Martita,  una bonita del norte, jovencita, de cuerpo agraciado y que desentonaba en aquel establecimiento  por educada, cariñosa y  buen cuerpo.  Se enamoraron, y Pajarito se aficionó tras el primer encuentro comercial,  luego ya se veían temprano antes que comenzaran el zafarrancho, estaban juntos, se encandilaban, se amaban con miradas, con palabras y con sus  cuerpos, aquella historia era sincera y honesta, pero cada uno estaba en lo que estaba y no sabían como resolver mientras tanto.  Decía que aquel día, pajarito me invitó a que fuéramos a la casa rosada, donde la Reina. Lo acompañé medio trayecto en el camino hacia la perdición,  lo abandoné por una película de Tarzán que estaban presentando en el teatro Perla, nos dijimos bye.   Y siguió  alegre a su destino de amor, donde su reina, su princesa, lo esperaba para vivir momentos felices , soñados….serían aproximadamente las 4 de la tarde,  yo me alegré que Pajarito había conseguido la primer cosa buena en su vida, en su pensamiento y en su corazón…  tener cariño , amor de alguien que lo amaba sin reservas y se lo trasmitía. Pajarito había cambiado aquel carácter hosco casi agresivo y rebelde que había mantenido en su existencia previa al encuentro y flechazo de amor con aquella dama.  Y se le notaba, estaba feliz. 

En la  roconola,  sonaban canciones de Peñaranda, cumbias, corridos, y boleros mexicanos de acabangados llorones, y era la piragua de Guillermo Cubillo, era la piragua… 
Allá al fondo del salón iluminado hasta penumbra con luces de colores, sentados y cogidos de la mano sobre una mesa que lucía una imagen de Cerveza Victoria en su centro, estaban los tórtolos, no era el nido, el nido al que volaban tras los arrumacos de la llegada, quedaba al fondo, en la cuartería del patio de la casa rosada grande.  Poca gente a aquellas horas, pero ya la música sonaba, bajito para elevarse cuando llegaba la oscuridad y la noche.  En la barra alta de madera innoble lucían  botellas de Santa Cecilia, Ron Plata, Ron flor de caña, cervezas todas con nombre de mujer,  aserrín desparramado sobre el suelo de cuadros rojos…  Era más noche cuando llegaban los hombres machos para amar la noche y las  mujeres que se ganaban la vida cumpliendo caprichos que se antojaban con la borrachera y el dinero, y era de madrugada ya, cuando aparecían los famosos bochinches que nunca faltaban en la cantina donde la Reina.  

Un chiguín, llegó corriendo hasta pajarito, para alertarlo de algo… estuvieron hablando, se recompuso en la silla y miró hacia la puerta salida.   Él ya sabía que Mano de Mono, se había encaprichado de su amor un para de meses  antes, de que entre Martita y él, prendiera la llama del amor, pero nunca pensó que pudiera traerle problemas, por su discreción y porque en realidad Martita no tenía nada con el Policía alto, gordo y negro, que ocultaba su maldad siempre con media sonrisa.  Pero su trabajo la obligaba a pasar con el que pagara sus servicios, hasta ver otro futuro mejor.
Lo de Pajarito con ella, era tierno, puro, dulce, encantador… y se preocupó la mujer animándolo a que se marchase para evitar problemas..

Habían transcurrido ya, no sé exactamente cuanto desde que Pajarito llegó, ahora ya la oscuridad ganaba, el  sol  se había ido.  Ante la insistencia de su amor, le dió un beso en los labios ya para irse, desgraciadamente en el mismo momento en que en la puerta de entrada se posó una figura temible de uniforme militar azul y quepis,  negra  y con gafas de sol, a pesar de la hora, aquellos lentes oscuros barrieron la sala…  encontraron el objetivo. Pajarito caminaba despacio hacia esa puerta, tranquilo, serio, pálido y frío, se acercaba ya a unos 3 metros de la tétrica figura, cuando  se vio una mano enguantada en negro cuero levantarse con un objeto metálico dirigido hacia el frente …sonó un solo !Baang!  Pajarito desapareció, y la figura negra uniformada  también.  Tendido en el suelo en un charco de sangre estaba Venancio, con 23 años.  Un orificio negro con borde ceniciento en mitad de su frente, grumos y pequeños trozos sanguinolentos desparramados bajo su cabeza, cuya mitad posterior había desaparecido.
El hechor Huyó  de la cantina maldita en una camioneta de la policía que permanecía encendida al lado de la casa.  Llantos y gritos de las mujeres que acudieron a socorrer a Martita, porque para Venancio ya era tarde... Ambulancia y policía tardaron un rato en llegar…

Al entierro de pajarito de Pajarito fue mucha gente con expresiones de pesar sincero, a mi no me gusta ir a entierros, pero a ese si fui.   Lo dejamos allá en el cementerio bonito del pueblo, entre cipreses verdes.

Tres meses después de aquella tragedia, conducía sobre la calle entre el comando de la guardia y la glorieta del parque central, en dirección a la avenida de los Bancos, detuve la camioneta obligado… la espalda y la suela del zapato del policía en mitad del cruce, con quepis y traje azul, que dirigía el trafico, así me lo ordenaba.   Una mano en palma estirada hacia la izquierda frenaba los carros,  la otra mano enguantada en negro señalaba y daba paso a los que venían desde la derecha,  dio cambio.  Al darse la vuelta, una cara gorda negra con gafas oscuras, sonreía mientras se quitaba el silbato de la boca, dejando ver un brillo dorado en su dentadura, y me daba paso hacia la avenida de los Bancos.   

El policía utilizaba un guante de cuero por según decían los de allí, solo tenía 4 dedos en su mano derecha, de allí el bautismo como  Mano de Mono, apodo que él nunca oyó, “Mano de mono”, un señalado esbirro de la dictadura. 




Huelva. 13 de abril de 2017.

Dr. Roberto González 
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.

sábado, 8 de abril de 2017

LAS COSAS DE DIOS.- Cuento de Médico.


19 de junio de 2015
 Cosas de Dios
                                                              Pancreatitis Crónica.

Aquel señor de tez blanca, pelo cano y cargado de unos 70años,  me contó, al hacerle historial clínico, que había padecido mucho. 
Tenía una pancreatitis Crónica, sufría de dolores abdominales, con cierta frecuencia, los mejoraba como podía, tenía las heces grasientas, brillaban, y las hacia varias veces por día. Había perdido peso, y sufría de diabetes de aparición reciente.     Y  todo ello de un pasado en donde estaba la causa de esa enfermedad. (Los aficionados sin ser Dioses, a la bebida de Baco, que metan sus barbas en remojo, ya que el alcohol es la primera causa de esta enfermedad invalidante). 

Lo reinterogué sobre cosas que no aparecían en su historial… me dijo: —“yo sabía que podían fallar,”  Así que vengo preparado. 

-Tenía copias de todo, de todo…  Observé como de una Carpeta marrón repleta de papeles, sacaba algunos y me los entregó. 

La carpeta contenía mas cosas, y la titulaba con claridad en relación con lo que albergaba, “ Cosas de Dios”.   Le pregunté por el Rotulito, luego de haber explicado, cual era el plan para su revisión médica y posterior tratamiento que debía seguir…  Le Cambió la cara al señor  a mas bondadosa y alegre. 

-¡Ud. quiere que se lo cuente me dijo!  muy contento.
 -¡ si claro ! me gustaría saber…. —y  entonces satisfecho que lo escuchara, se desbordó en palabras, sonrisas bondadosas, mientras contaba que la carpeta contenía documentación médica, y “todas cosas de Dios”, papeles escritos, documentos, historias religiosas, pasajes de Biblia, planes, proyectos, listado de personas, agendas, etc, su historia y experiencia de fe, encuentro con el señor.  Donde había estado con él, lo que había hecho, y actualmente lo que él era y a que se dedicaba, que no era otra cosa, mas que entrega a lo que consideraba un deber como cristiano, divulgar la palabra de Dios. 

Así  supe que en su ciudad de origen había ayudado, aportado, aliviado, animado, fortalecido a todo aquel que lo necesitaba. Se llevó un rato hablándome sobretodo de su contacto personal con Dios y su viaje a Israel, no como podemos ir Uds. o Yo, sino de otra manera, que me pareció una historia fantástica, pero no mostré incredulidad, sino respeto y aprecio por alguien que siendo casi analfabeto, dedica su vida a ayudar a los demás.
Se me agotaban los minutos para él.  Al levantarse coge su carpeta y se marcha de la consulta, le recordé entonces que él, era un enfermo de Pancreatitis Crónica, y que había llegado a mi , para comprobar como estaba evolucionando su Páncreas, y eliminar en lo posible los síntomas.   
-¡ahhh,! ¡es verdad!, dijo, se partía de la risa.. -es que Dios me alivia, y pierdo el norte, yo no tengo miedo ya a nada dijo… Se fue.   Lo volveré a ver pronto.


*Me pareció maravilloso que se le olvidara su mal al hablar de Dios, me pareció estupendo, que haya despertado a la claridad en su vida y que dedique su vida en dar ayuda a otros con alegría. 
*La Pancreatitis Crónica es una enfermedad seria. Incurable.



Huelva a 8 de abril de 2017
Dr. Roberto González G.
Gastroenterólogo-Endoscopia Digestiva.

jueves, 6 de abril de 2017

A Mi ME TRATAN MEJOR QUE LAS PERSONAS.-Cuentos de Médico


Me quiero ir con mis cabras.
Hoy me decía un señor de pueblo, ya mayor, de pelo cano, triste y cansada mirada,  semblante de duras arrugas, testigo del tiempo y trabajo, de esos hombres de campo  ya de caminar lento... Felix se llama.
-Ya me quiero ir con mis Cabras. - Yo le tenía que hacer una exploración por un sangrado-. 
-Yo aqui no me siento bien- -ingresado en hospital- 
-Yo quiero irme con mis Cabras. -su trabajo es pastorear cabras-. Las quiero mucho y me quieren mucho, me hacen caso,no me hacen daño, todo lo contrario.   Las llamo por su nombre... ¡Margarita! .. todas tienen  nombre,  ¡Pepita, Paloma!, yo les digo ven..y vienen...  y las premio, le doy pan, las abrazo, y ellas a mi me quieren mucho... A mi me tratan mejor que las personas... me quiero ir ya, yo no quiero seguir aquí en este hospital, doctor que me mandan ya para mi pueblo, quiero volver con  mis cabras... en tono triste y melancólico aquel señor mayor repetía y repetía.. 


*A mi me dió pena tener que oir esas cosas, pero no puedo negarlas... en su sencillez y simpleza, aquel señor mayor , pastor de cabras solo decía verdad, y el no necesitaba mucho.



RGG-Huelva.
9 de diciembre de 2015


Dr. Roberto González G.
Gastroenterólogo-Endoscopia Digestiva.



domingo, 2 de abril de 2017

GENTE ESPECIAL, PAREJA ESPECIAL.-Cuentos de Médico.



18 de enero de 2015
Gente Especial, Eugenio y Mari. 

¿Qué puede uno compartir que sirva más para ayudar, qué para ocupar tiempos muertos al escribirlos? 
No invenciones, que algunas veces puede que ayuden y lleven sustancia.

Pues digo que nuestras vivencias y visión que se tiene de ellas, que por otra parte no son muy diferentes en el tiempo a las de los demás en lugares y tiempos.

Visité a un amigo, señor de 83 años, fuerte todavía en su estar y caminar, y no solo el aspecto físico sino el mental, espiritual, marido de una linda señora de 80 años. Llevan juntos 62 años me contaron hace tiempo.  - más de 10 años conociéndolos- No tuvieron descendencia, y no tienen familiares cercanos. 
Sé que son matrimonio ejemplar, amor, confianza,fidelidad,respeto, tolerancia, bondad etc., etc... son algunos de los muchos atributos de la pareja.
Fuí recibido como siempre con cariño, me sirvieron una taza de café.  Una vez entrado en plática, me mostraron un informe médico que decía “ AdenoCarcinoma de Pulmón”, era el informe médico que le habían entregado a mi amigo mayor, 83 años. 
Sus miradas estaban en mí fijadas con ansiedad, no las veía pero las sentía, el silencio era significativo… no levanté la vista hasta que acomodé mi impresión y respuesta a aquello. 

Se lo expliqué como mejor pude, observando sus reacciones… Únicamente acerté tras explicar la jerga médica, que había que impedir con la ayuda de Dios, que ese informe cambiara lo que venían haciendo desde hace 62 años. 
Eso, por descontado me dijeron los dos a la vez, con ojos ligeramente enrojecidos brillantes y ligeramente humedecidos.

Cuando salí de allí, sentí que había ganado mucho con esa visita, Algo había aprendido de aquellos viejitos entrañables.

Los llamo con frecuencia y los visito con regularidad, siempre con sonrisa, agradecen el gesto y me desean bendiciones, ellos están bien hoy .

Yo me alegro de conocer gente extraordinaria. Me parece que eso siempre es digno de contar, porque hay de las otras gentes, pero esos no deben ocupar espacio… debemos tener puesta la mirada en el signo positivo, en el signo más, +.


Hoy es 2 de abril del 2017, ha pasado tiempo desde aquello, y aunque estaba escrito no lo había publicado, no sé bien porqué.

Esta madrugada recibí  un mensaje telefónico: "Eugenio ha Muerto".
  

Durante todo este tiempo que Dios le dio, los he visitado con regularidad por afecto sincero y admiración.  Nunca lo vi quejarse, y siempre servicial como toda su vida lo fue. Su mundo era las pequeñas cosas, el servir a los demás siempre con gusto y diligencia, el amor permanente a su señora y al prójimo.  

En una ocasión me pasé toda la tarde con ellos porque tenían el gusto de mostrarme cientos de fotografías desde su  adolescencia, juventud… yo ahora solo recuerdo la cara de él, y de ella, al preguntarles… y ellos explicarlas, su historia, su vida la supe aquel día,  el gozo escrito en sus rostros también fue gozo para mi persona. 

Ahora ya no está, pero me quedan todos sus detalles y una sonrisa permanente, que lo era también para todos los que lo conocieron.  ¡Descanse en Paz mi amigo Eugenio!.


2 de abril de 2017.
Huelva.

Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.



sábado, 25 de marzo de 2017

AHORA SÍ, CREO EN DIOS.-Cuentos de Médico.



     Mañana fresca de primavera, Consulta externa de Especialidad de servicio público, espaciosa y luminosa, 8:30Am.  Sentado ante el escritorio.
Esa fue la primera vez que la vi y no alcanzaba los 25 años. Cuando su cara y sus ojos llegaron hasta mi, hubiera preferido que la atendiera otro médico… esa sensación me desapareció como la oscuridad desaparece ante el avance del alba, luego de que cruzamos las primeras palabras. después  ya siempre quise.

  Mostraba en su rostro mucho sufrimiento y soledad, mezclado con resentimiento y ganas de lucha,, llevaba unos 2 años consultando, de aquí para allá, de allá para acá, para mas allá y vuelta a empezar…
Comprendí su entrada, y sentí un reto,  su cara de pocos amigos, seriedad, desdén, falta de fe, ojos duros reivindicadores, sarcasmo e ironía eran esencia en sus respuestas. Lo primero que largó fue: “Que sepa que si estoy aquí, es por darle gusto a mi  madre”, yo no creo en Uds. Yo le devolví media sonrisa, no tenía otra cosa en ese instante, luego sería la palabra…
-La madre convidada de piedra apenada, callaba. Me sentí desarmado con esa impronta, pero desde ya años, cada vez que tengo algún problema parecido en mi trabajo, hablo con el Jefe supremo que está en los cielos, y demando ayuda, que me convierta en JOB para seguir adelante sin que se note Irritación.

Entornando ojos con mirada fría como hielo, comenzó su relato.. Tengo vómitos, pero no estoy loca, llevo mas de 2 años con vómitos y no estoy loca, cada mes sufro de vómitos y he perdido peso, le aseguro que no estoy loca… todos Uds, al final me dicen que es de los nervios, y yo no estoy loca, he acudido a salud mental por complacer a  mi madre y no estoy loca.
La escuchaba con atención sin despegar mi mirada de sus ojos, que no rehuían, intentando que se sintiera comprendida, interactuaba, pero no daba espacio. Le lancé la pregunta “ ¿Crees en Dios?”  No contestó. como que yo no hubiera abierto la boca, ella siguió con su penoso relato y su forma de sufrir, su no respuesta la sentí como pesada losa, cerrando cualquier oportunidad de acercármele…  di por terminada la consulta, (En este tipo de consultas, los que mandan no dan mucho tiempo), la cité nuevamente a los 15 días sin permiso de la institución, lo hice a cargo de mi tiempo, se fue sin despedirse.

La segunda entrevista no fue menos dura que la primera, pero le provocó extrañeza que me interesara su tema.- aproveché el resquicio.  Yo no te veo loca le dije-.
-Ya lo he dicho mil veces contestó.
Siguió una  tercera y no fue hasta la cuarta visita cuando su mirada y facciones comenzaron a suavizarse, y darse cuenta de que quizás no estaba todo perdido, quizás este médico estaba un poco loco, y creía que la podría ayudar…

Ya cuando conseguimos hablarnos sin condicionantes, le conté lo que me había hecho estudiar en casa, incluso hasta sonrió ya para ese tiempo, finalmente llegamos a un Diagnóstico y poco a poco aquel problema se presentó menos frecuente hasta que desapareció.
Se había mejorado con tratamiento farmacológico y…
Había recuperado la tranquilidad y asumía pequeñas molestias.

El día que le di el Alta de consultas, ya sonreía.   La chica fea de la primera entrevista se había tornado en una bella muchacha gracias a que su espíritu había cambiado, y ya abriendo la puerta para marcharse, mirándome dijo lo mas bonito que le he oído decir a un paciente.  “No creía en Dios, pero ahora si creo”,  hasta luego, y se fue.


Huelva- 25 de marzo 2017


Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.


domingo, 19 de marzo de 2017

SE GOZA MAS EN EL DAR.- Cuentos de Médico


 Pensaba en algo que vi , y en si, podría tener algún interés para contarlo. He decidido que si. 

Una entrevista sobre personas anónimas grandes, en una TV local. 

Mujer de Edad media, expresaba mas o menos esto: Afirmaba que había descubierto el amor en tiempo de dolor.. 

Explicaba que había sido diagnosticada de un Cáncer de colon, había sufrido mucho y se había sometido a tratamiento.   Durante el proceso dramático para ella, encontró, en tiempo de dolor, el amor .  Y contaba que tuvo las mayores manifestaciones de amor, como nunca antes… por parte de su familia, sus amigos, etc.

-Encontró amor pues manifestado en tiempo de dolor… y decía:  "Hay que amar, que tenemos poco tiempo." 

-Hay que hacerlo solo o  acompañado.  Hay que dejar huella, y eso solo se consigue con amor, huella buena, porque la mala se borra pronto… 

-El amor mas profundo se manifiesta en momentos de dolor.. no hay mas que recordar la imagen de Cristo en la Cruz… 

Me pareció que al menos este apunte, podría parecerles a Uds. bonito e interesante como a mi. 
Porque nunca es mucho para hablar y comprender el amor auténtico, el de verdad. También trasmitía la entrevistada con su historia, una Esperanza, y decía sin decirlo “No tires la toalla”, nuestro tiempo es corto aprovechémoslo;  da amor aunque no recibas nada, da amor.

Siempre se goza mas en el dar que en el recibir.


Sevilla-19 marzo 2017.
Dr. Roberto González G.
Gastroenterología-Endoscopia Digestiva.

sábado, 11 de marzo de 2017

DOLORES FUERTES.- Cuentos de Médico.


Fue  no más arriba del  90 cuando sucedió.  El pueblo  pequeño lo habitaban no más de un mil y poco más de almas. Todo era tranquilo, la vida lo era, nunca sucedía nada fuera de lo corriente. Casas de cientos de años, Calles empedradas, un parquecito, una pequeña farmacia, iglesia en lugar predominante, un puesto policial, un par de bares y No había médico.  Era un pueblo de gente buena, donde todo transcurría sin sorpresas, solidarios entre ellos, la amistad era familiar, tenían como bandera valores buenos y se jactaban de ello, no como en las ciudades, que cada vez más el tiempo diluía los valores… el sentido del honor, la palabra, son cosas sagradas…

El y ella con pocos años de diferencia se conocieron infantes en esas viejas y estrechas calles, silenciosas y solitarias, testigos de su crecimiento y nacimiento del amor, que como crece la hierba en el campo, natural y sin abono, brotó también en ellos  y los acompañó desde entonces.  
De novios largos años pasaron, no se sabe si por los apuros de las amistades o la exigencia del cura, que quería hacerlo antes de jubilarse, el caso es que contrajeron santo matrimonio. Todo felicidad fueron esos días, bendiciones y parabienes… todos coincidían.. ¡Que estupenda Pareja! -¡Ahora están como Dios manda, no vaya a sufrir tentaciones! decían-.

 -Entregó su virginidad, su mayor  tesoro ya avanzada en años… y ahora quedaba probarse,  él… pero no llegaba… no sucedía nada cada mes que lo pensaba… el tiempo se deslizaba presuroso y  nada de nada. Él imaginaba...a la gente murmurando, dudando de si servía o no. ¿Sería ella, o sería él? sus vecinos, lo eran de  lenguas inquietas y  bajo volumen, repartían bien.  Aquello que debía hacer todo hombre macho, le preocupaba que no surgiera, hasta que un día, luego de muchas misas, vitaminas y mieles de abeja Reina, por fin quedó en cinta.         -¡Se cumplió viste! decía Antonia a Genaro, ya lo dijo el cura, a mi me sucedería como a Sara la de las  sagradas escrituras-.  

- El padre Honorio, siempre los animó, y ahora celebraba con ellos y con el pueblo en  misa, la buena noticia, Antonia estaba embarazada y oraron por ellos.  Salían de la iglesia reconfortados, recogidos en espíritu, y felices.  Ahora si, ahora si,  Genaro en su sentir estaba completo… se había autenticado por fin, y Antonia, impregnada a los 41, su óvulo fecundado, y su corazón henchido de gozo.  ¡No podían ser más felices en el transito al parto feliz!   Se produjo en primavera, y una preciosa niña de 4 kilos llenó su mundo.  Florcita la llamarían, pero fue el cura quien dijo, que de eso ni  hablar, que se llamaría Flor de María y así le mojó la mollera,  pero quedó Florcita para todos los demás. Vivieron días felices. 

A partir del año, a ellos también les cayó una crucecita… la niña había nacido con una especial predisposición a enfermar, con mucha frecuencia, fiebres, dolores de oído, garganta, caídas, tropezones, eran motivo de ansiedad y angustia para los padres, que sentían en cada episodio un dolor vivo en su alma. Era permanentemente la preocupación por Florcita, un sinvivir, cuando no era una cosa, era otra, siempre había algún percance a la vuelta de la esquina, y dolores, siempre, dolores de barriga... terminaron aceptándolo a fuerza de realidad como mal menor, pues a pesar de ello la niña crecía en gracia, buen comportamiento y belleza.  Jóvenes y mayores, familiares y no,  hacían felices observaciones.  El que florcita fuera tan  admirada, volvía especialmente elevados  los corazones de sus amorosos padres.

Y florcita fue dejando de ser florcita, transformándose en una exuberante, hermosa y bella rosa de pétalos delicados, embellecida por finas gotitas de ese  rocío hormonal propia de la edad, y cuyo aroma se esparcía a su alrededor creando apetencias.  Dócil, más bien tímida, bien comportada dentro y fuera de casa, salía poco, a misa siempre, y alguna que otra vez con amigas a dar pequeños paseos. 

La joya se lucía por el pueblo y alguna que otra vez por las cercanías.  Seguía siendo enfermiza, siempre le pasaban cosas, en una ocasión, Antonia y Genaro se asustaron al verla llegar con un pie escayolado. Los dolores de barriga desde los 7 años siempre presentes de tarde en tarde a fuerza de no quedar en nada, habían dejado de preocupar…  El aroma de esta rosa fresca se difundió más allá del pueblo.

Fue en Primavera cuando de repente Florcita para sus padres, comenzó a sufrir de apetito voraz,  y claro, aquella belleza  fue menguando a la par que iba aumentando tallas…siempre tenía algo en la mano llevándose a la boca, fácilmente se subió encima 20 kilos…  su mamá preocupada al principio, solo aconsejaba, pero  a medida que se infló más y más, la llevó al doctor de la mente, porque le habían dicho por allí, que podía ser “Bulimia Nerviosa”, pero  nada…  florcita seguía metiendo y metiendo, se despertaba por las noches directo a la nevera, y volvía a la cama masticando cosas… a la mañana siguiente las huellas…Antonia encontraba en falta yogures, panes, etc.  Se había tornado a una Gorda fea de cuerpo que sobresalía por todos lados, su rostro recordaba líneas bonitas pasadas, conservaba  su estilo y valores que siempre habían sido buenos.  Varió su indumentaria y se acostumbró a ropa amplia vaporosa, y se maquillaba notoriamente.

Un día, a la luna se le ocurrió ponerse redonda completamente, en invierno sin lluvia,  un paisano que en esos momentos se despedía de nuestros amigos, al salir a la calle se percató y para sus adentros dijo: “¡Ummmm!, esa luna anuncia algo y no es lluvia precisamente…” desconcertado y temeroso se fue rapidito a su hogar. 

Aquella misma tarde noche sobre las 19 horas, volvió el dolor de barriga, la niña lo sufría en silencio en su cuarto, luego más fuerte la obligaron a quejarse… allá al rato fue inevitable que  sus padres lo supieran. No quería, estaba abstraída, como en otro mundo, los dolores la hacían volver, cara gacha, pelo cubriéndole gran parte del rostro adolorido, fue lo que vieron los padres cuando decidieron llevarla al hospital de la ciudad capital, muy preocupados porque intuían que ahora este dolor les iba a dar un disgusto grande, en su cara se reflejaba incluso más dolor que en la propia hija, que ahora sumaba 20 años.  La  angustia de padres aumentaba a cada episodio de dolor…- Estos médicos nunca dieron con lo que le pasa a la niña desde los 7 años, yo sabía que esto iba a reventar por algún lado decía Genaro, ojalá y Dios bendito no sea grave, aunque le veo mala cara-  Ambas personas mayores encanecidas y envejecidas más aún al instante, con el sufrimiento de la niña, llegaron al Hospital con el corazón en la boca.

Ese día de noviembre había pocos pacientes y platicaba yo, con el Dr kadet, un negrote dominicano bonachón y sabio de 2 metros de altura. Ya experto en urgencias y en la vida, fue el que atendió a Florcita…  directamente a la camilla, otro dolor intenso aparecía en ese momento.  La chica lloraba y se retorcía..  Gorda, ancha de caderas, y abultada de abdomen, parejo con el pecho cuyas protuberancias dejaban  recta una línea de sus senos hacia rodillas tapadas.. ¡vamos, un tonelito!.      – 
-Por favor, Dr.Glez, ¿quiere salir con los padres, tranquilizarlos, mientras hablo a solas con Florcita? dijo del Doctor.
-   ¿Florcita? me dije al interior…  
-  Sabiendo de la experiencia, sagacidad y perspicacia que caracterizaba al compañero, obedecí extrañado.  Salí de la consulta  con esos padres que morían en cada quejido de la niña,   - Es solo un momento, les decía, es mejor que el doctor la examine sin Uds. Ahora sale y les explica o les hace pasar-. la madre compungida, con un rosario en la mano, el padre de pie, firme, serio, pálido, ojos hundidos, me oía pero no me oía, con la vista puesta en la puerta de la consulta..

De pronto, se abre violentamente la puerta de la consulta 6, el moreno doctor, preocupado y  apurado, que surge por ella grita a derecha  ¡¡ Llaaméénnn a la Matróna!!.   Al frente ¡¡ “a su hija no le pasa nada, está a punto de tener un niño!!  ¡Van a ser Uds. Abuelos!  -Silenció de segundos sepulcral.- 
¡Quéeeeeee! Los ojos del señor se salieron de sus órbitas, las venillas en su cara se ingurgitaron de sangre, el pelo se le encrespó y se lanzó al cuello del médico.  ¡ ¿Cómo  me va a decir eso??  si mi niña no sale, si mi niña no tiene ni novio!. ¡Como me va a decir eso, si mi florcita, es lo mas bueno y bello del mundo??  El doctor se soltó como pudo de aquel señor que sin duda estaba endemoniado, terminando la  información como pudo, regresando veloz dentro de consulta, mientras en el alboroto más personal acudía en ayuda. Unos segundos después se  oía el llanto de un nuevo ser en el mundo, una bebé.    
Aquel Genaro, con los ojos exorbitados e inyectados en sangre, puños cerrados, vomitó  improperios sobre la hija tan querida, tan idolatrada tan solo unos minutos antes,  palabras indecibles, irrepetibles salieron por aquellas fauces del hombre tornado demonio que sentía hundirse el mundo entero bajo sus pies.  Salió raudo a grandes zancadas, gritándole a su mujer… ¡vámonos! ¿ya no tenemos hija, ha muerto! ¡Vámonos! ¡Cómo vamos a volver ahora al pueblo?! Y seguía caminando a prisa,  escupiendo palabras feas. Invadido por la locura, la ira, la impotencia ante los hechos, que a su entender destruían su trabajado honor de años.


 Antonia le siguió despacio llorando en silencio…  No sabemos en medio de la noche  donde se dirigió.  Un par de enfermeras de vocación, siguieron a la dolorida Madre, le hablaron, la abrazaron, le dieron cariño, le razonaron, y le hicieron ver con otros ojos lo que acababa de suceder…  regresando a donde su pequeña, su linda florcita que acababa de dar a Luz a una hermosa niña.  Se le ablandó el rostro y el corazón, y una sonrisa leve asomaba cuando se abrazó a su hija,  que repetidamente pedía perdón con llanto desconsolado de arrepentimiento, de felicidad  y era imposible frenar, y ni falta que hacía.


11-03-2017.
Huelva.

Dr. Roberto González G.
Gastroenterología- Endoscopia Digestiva. 

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